Una vigilia para comprar cabillas en Margarita

Una vigilia para comprar cabillas en Margarita

(foto archivo)

Con la quema de cauchos inició una protesta afuera del establecimiento Catalano. Los consumidores exigían la venta inmediata de cabillas, alegaban que desde el jueves vieron ingresar al comercio camiones con la mercancía. Hasta este lunes en la mañana desconocían que faltaba la liberación del producto por parte del Indepabis para ser debidamente comercializado. elsoldemargarita.com.ve

Yolimar Moncada, quien esperaba comprar 24 cabillas, durmió el jueves 21 de marzo en las inmediaciones del establecimiento del municipio García, con la esperanza de ser una de las primeras en la lista para adquirir el material necesario y construir las fundaciones de su casa.

Moncada relató que desde el jueves representantes de este establecimiento les hicieron saber que pronto venderían el material, pero según la compradora la promesa se ha prolongado y esto generó molestia entre los ciudadanos quienes quemaron cauchos en protesta.





El director regional del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis), Jairo Márquez, explicó que pese a que este comercio tiene el material no puede venderlo hasta que se haga la fiscalización para constatar que en el almacén hay lo  correspondiente a la factura de compra. Hasta ayer, el fabricante no había enviado la factura.

El gerente de Catalano, que solo se identifico como Rafael, indicó que desde la fábrica solo enviaron la guía de pago y con ese documento no se puede hacer la fiscalización, lo que ha retrasado el proceso de venta al público.

Mientras uno de los fiscales de Indepabis y oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana   inspeccionaban el material, los ánimos se caldeaban más y los compradores con cédula en mano actualizaban la lista en procura de que la venta de cabillas se haga efectivamente a las personas que esperan desde la semana pasada.

El llamado a la calma fue una constante. El director regional de Indepabis espera culminar pronto el protocolo de fiscalización para que el establecimiento comercialice el producto, que está clasificado como no regulado.