Vivir en medio de la guarimba

Vivir en medio de la guarimba

chacao

Chacao es un verdadero caos después de las 6 de la tarde. Hace un mes quienes aquí residimos respiramos gas lacrimógeno que se confunde con oxigeno. Sólo que más agrio, y de pronto te da escozor en las mejillas y te enrojece los ojos. En este ayuntamiento de Caracas, por las noches la protesta se recrudece y todo se vuelve lúgubre. Incluso, mientras redacto este blog no dejo de oír detonaciones, no hay electricidad, la vista se dificulta por el gas, y los gritos de desesperación de los vecinos contrastan con la música puesta en altavoces (puede que a manera de burla o de tortura) por la Guardia Nacional Bolivariana.

Eduardo Salazar/elTOQUE





Sí, insólito, pero ya después de un mes de las manifestaciones estudiantiles en Venezuela, lo que uno ve, escucha y sufre parecía antes una reseña de países en guerra. Aunque ahora se vive en carne propia (21 muertos, cientos de heridos y miles de afectados), y minuto a minuto lo anterior produce la rabia y la frustración que hacen mella en la supuesta (in) tranquilidad de la población.

Esta noche es de dolor para los chacaoenses, ya no se trata de tanquetas ni de ballenas de la GNB, ni grupos de policías nacionales imponiendo el orden a punta de perdigones y bombas, sino además ahora colocan música en altavoces, en una acción que sólo puede calificarse de inaudita, por demás de cobarde, para opacar las detonaciones que hacen coro en la fatal escena, esa misma que se repite desde hace ya 30 días en el área metropolitana de la capital venezolana, específicamente en Altamira y Chacao, dos sectores ampliamente conocidos como opositores.

Por las mañanas, al dirigirnos a nuestros puestos de trabajo, vemos con estupor quienes somos residentes de esta jurisdicción los destrozos que quedan de las protestas. Observamos asombrados como hemos pasado en cuestión de semanas de ser un municipio modelo y de ejemplo para el resto del país a una suerte de tierra bélica. La represión y el descontento ya no sólo son visibles, sino se incrustan en las entrañas de todos los que por aquí hacemos vida.

Y, ¿por qué en Chacao? Aseguran sectores oficialistas que el alcalde Ramón Muchacho, es fascista y está de acuerdo con un golpe de Estado “suave y orquestado desde Washington”. Por su parte, el burgomaestre insiste en que no será él quién reprima las manifestaciones pacificas, y en todo caso responde a Maduro a través de su cuenta en Twitter que “con todo su PODER, el Gobierno no logra restablecer el Orden Público pero me exige a mí que lo haga. Deberíamos intercambiar roles, digo”.

Lo cierto – esto lo comunico con propiedad pues el equipo periodístico de Eltoque.com hemos entrevistado a varios manifestantes en Plaza Francia o en la Avenida Francisco de Miranda-, es que la coincidencia en la mayoría de relatos que los llamados “guarimberos” no residen en la zona, se vienen del Oeste de Caracas a protestar aquí. Esta es la única parte en la que se les garantiza el derecho constitucional de expresar lo que sienten públicamente, “sin ser amedrentados por colectivos armados o tupamaros” tal como me explicó Alejandra, estudiante de la Universidad Santa María.

Alejandra vive en el 23 de Enero, conocido barrio del municipio Libertador, capital de Venezuela, pero deja claro que “allá las veces que se intenta cacerolear o trancar una calle nos disparan sin importarles nada”. Es el miedo el que los trae a Chacao, pero al mismo tiempo el coraje y “las ganas de tener un mejor país”, apunta. A su lado, se encuentra Saúl, quien apoya la anterior tesis. Él nos explica que no se manifiesta violentamente, sino que hacen resistencia a la represión por parte de los cuerpos de seguridad, a su juicio “damos respuestas a los ataques a los que somos sometidos desde hace 1 mes”. Señala el estudiante de la Universidad Central de Venezuela que intentan demostrar que en el gobierno liderado por Nicolás Maduro se violan los Derechos Humanos de los ciudadanos.

Ante la evidente censura de los principales medios de comunicación, “nos hemos dado a la tarea de tomar varias fotografías y grabar videos de lo que aquí acontece y mostrarlos al mundo”, nos cuenta confiado en que con esto logrará sus objetivos, otro estudiante que nos estaba escuchando entrevistar a sus compañeros. Y, en eso, llevan razón, puesto que las evidencias de las batallas que se viven en varias ciudades venezolanas entre estudiantes “armados” con piedras, frente a contingentes de policías o guardias con perdigones y bombas lacrimógenas, tanquetas y ballenas, son suficientes como para realizar un documental, y sobraría material.

Ahora, hay dos puntos necesarios de análisis. El primero es que los ciudadanos del ayuntamiento de Chacao, ya se están cansando de la situación, de permanecer en una especie de toque de queda, sin garantías, a partir de las 17 horas, de lunes a domingo.

No pueden ir a una farmacia por la noche, o pasear el perro. De la misma forma, al residir aquí se es consciente de la presencia de colectivos armados en la zona, los mismos que el pasado miércoles 5 de marzo fueron llamados desde Miraflores a “candelita que se prenda, candelita que se apaga”. Entonces, aunque un porcentaje alto aprueba que los estudiantes se manifiesten, se sienten acorralados y expresan que la calidad de vida ha disminuido.

No obstante, Vicky, vecina de la calle Elice (uno de los puntos más afectados) señala que ya el venezolano venía sufriendo, por falta de comida y por la inseguridad. Elice se muestra partidaria de que sigan las protestas: “yo los apoyo, si los estudiantes están destruyendo a Chacao en 1 mes, ya Maduro ha venido destruyendo al país durante 1 año”. Así como esta mujer de unos 40 años de edad, se escuchan a otros residentes, quienes pese a que no salen a las calles siquiera a marchar o tocar las ollas en señal de descontento, sí están dispuestos a vivir en medio de la guarimba.

Pero, y esta es la segunda arista que debe someterse a prueba, ¿éstas protestas sí funcionan? Hasta ahora no. Recordemos que los estudiantes exigen que se liberen a los presos políticos y se reconozca la actual situación de crisis por parte de Miraflores. Lo que no ha sucedido. Pero, expertos añaden que sí genera incertidumbre tanto en las altas esferas gubernamentales, como en la población en general. Esta sigue expectante ante la situación en Twitter, única red informativa sobre la coyuntura venezolana. El temor, más allá de que la gente se canse no sólo en Caracas, sino en Valencia o San Cristóbal, es que los ciudadanos se acostumbren, lo que suele suceder, en el país más alegre del mundo.

Un viejo y conocido refrán resume la condición del venezolano para hacer frente a las cosas: “como va viniendo, vamos viendo”. Por antonomasia, esta pudiera ser una sentencia que haga que las guarimbas se disuelvan en el desinterés colectivo, la enajenación política y la falta de dirigencia ( y convencimiento) por parte de los líderes al pueblo.

Este 12 de marzo se cumple 1 mes de protestas. El oficialismo insiste en que son grupos minoritarios los que generan el caos en algunas partes del territorio nacional. La oposición hace poco o nada, en medio de discursos descontinuados, algún que otro líder de la llamada Mesa de la Unidad (porción en contra de Miraflores) puede salvarse sus ideas e intentar dirigir a las masas. Estas últimas, las que llevan la voz de mando, al ser las más afectadas parece que desean la solvencia del conflicto, aunque no la encuentran. Pues no lo ven ni en la guarimba, ni en la normalidad. Son, o somos como jugadores sin salida.

El punto final: la guarimba se ha vuelto una estrategia de ambos bandos para ganar adeptos, que si violentos, que si desestabilizadores, que si represores. La paz, se ha convertido en la palabra favorita de los discursos de los políticos, o politiqueros. Lo peor es que las soluciones son factibles (visibilización del problema, mesas conjuntas de trabajo, otras expuesta en pasados blogs), pero no existe disposición para concertarlas, desde ninguno de los sectores.

Una Venezuela tranquila y con progreso, es simplemente una quimera en los actuales momentos. La realidad es palpable, el destino es más incierto que nunca. ¡Veremos!

Nos adentramos en la madrugada. Se oye algún disparo. Amanecerá y veremos los restos de una contienda: los escombros y una nube densa de humo que da cuenta de una intensa jornada de descontento y represión. La gente pasará el día llena de incertidumbre. Haciendo como si nada pasara, intentando que transcurra el día sin contratiempos. Con marchas, declaraciones y cadenas de TV oficialistas. Llegará la noche y con ella las guarimbas: detonaciones, gas lacrimógeno y terror. Y nuevamente se podría leer este blog con fecha distinta.