Allá en la Carabobo de San Cristóbal… donde la vida cambió

Allá en la Carabobo de San Cristóbal… donde la vida cambió

Apenas se conocían unos con otros. Ahora son una familia de vecinos. Les queda la organización como comunidad que se cuida entre sí y desarrollan improvisadas formas de protección y comunicación.

La oración, la información, el miedo y hasta la comida es compartida entre vecinos. 

Familias se han desmembrado al sacar a los enfermos, ancianos y algunos bebés a casa de otros familiares. El miedo lo tienen a toda hora, se sienten protegidos por los estudiantes y algunos dicen verlos como hijos propios. Orar es la fuente de fortaleza que practican, reseña en este reportaje el Diario de Los Andes.





Por Judith Valderrama/DLA Táchira

VENEZUELA-POLITICS-OPPOSITION-PROTEST

Esta vez no hablaron los estudiantes, tampoco los policías, ni los gobernantes. Hablaron los habitantes de la avenida Carabobo de San Cristóbal, estado Táchira, protagonistas  -casi sin voz, hasta ahora- de un testimonio humano que estremece, luego de que sus vidas cambiaron por completo hace más de cinco semanas. Una de las vecinas compara lo que viven: “con Irak en guerra”.

Quienes narran son adultos, algunos con más de cincuenta años viviendo en la zona más noticiosa del Táchira, en este año. El mismo sitio donde empezó la resistencia dura contra el Gobierno, en el último mes. El lugar donde murió Daniel Tinoco hace pocos días. El lugar que tiene nombre de la batalla más importante que ganó Bolívar para dar libertad a Venezuela, pero también, el lugar donde muchas lágrimas se han derramado, donde muchos cristales se han roto, donde muchas angustias se viven a cada instante, de donde muchos niños y ancianos han tenido que mudarse, el lugar donde todos -ahora-  rezan en grupo, donde los cuerpos de seguridad  no terminan de entrar, ni tener su control.

Allá en la Carabobo, donde desde hace una semana las flores de un jarrón  recuerdan que una vida joven se extinguió, cuando una bala atravesó su corazón. Desde ahí se cuenta la historia de la cara humana tras la lucha que  tiene fecha de inicio, pero sigue sin capítulo final.

“Resistencia”

En esta avenida de San Cristóbal, desde el sábado 8 de febrero pernoctan estudiantes universitarios que se declaran en rebeldía contra el sistema. Han experimentado desde hace más de un mes, ataques con balas y bombas lacrimógenas. Les han quemado su carpa y la vuelven a armar. Quemaron un tanque de guerra que era monumento al Ejército y estaba en un parque del lugar, en respuesta a un ataque nocturno que sufrieron.

La avenida tiene dispuestas unas 20 barricadas enormes,  no se puede pasar en vehículo. Hace días un tiroteo, que acusan los jóvenes a la prensa, fue de “colectivos armados”, cobró la vida de Daniel Tinoco (22 años) y dejó un saldo de cuatro heridos. El periodista de CNN, Fernando del Rincón, los visitó este viernes y cientos de personas se llegaron al lugar a esperarlo para comunicar al mundo desde la misma avenida.

Primero rezar

En todo diálogo “rezar” era una frase común, cuando narraban sus vivencias los habitantes de la avenida Carabobo.

¿Por qué rezan tanto?

-“La oración es para dar fuerzas y recibir fuerzas, y así nos sucede, lo sentimos de inmediato cuando oramos todos los días. Además, es una manera de sentirnos en familia”.

El padre de la capilla ubicada en el sector les da la misa, llega caminando y ningún día ha faltado a su cita, narran los vecinos.

Nuevos códigos de comunicación

El arma principal que aseguran tener los vecinos entrevistados en la avenida Carabobo, es la oración. La unidad como grupo y las formas de comunicarse son nuevas maneras de interactuar que han desarrollado, sobre todo en las madrugadas. Cuando oyen que los estudiantes en resistencia le dan a un poste  o gritan actívense, los vecinos comienzan a sonar cacerolas, con las que literalmente duermen y es señal de que vienen los colectivos o la Guardia.

“Ya tengo la ventana pelada, le doy con un cucharón para que se escuche más duro y despertar a los vecinos. Cuando esto pase la pintaré”, cuenta Rosario.

El pito o silbato es la alarma mayor, todos  tienen uno y los acompaña a donde van, así duerman. “Cuando sonamos el pito es que hay una emergencia, es algo grave y todos tenemos que salir a ayudar al vecino o a quien sea”.

La basura es clasificada, la queman en un incinerador que entre todos construyeron y tienen dos días de semana para sacarla. Todos los días cada uno limpia el frente de su vivienda para evitar contaminación.

Si un estudiante de “la resistencia”, como les llaman, tiene hambre, no tiene comida u otra urgencia, entre todos aparecen ayudas: “Aquí nadie dice yo di más, yo di menos, es un sentimiento por servir, por ayudar. Tenemos orden en la comunidad y esa organización nos quedará cuando todo pase”, comenta Soledad, quien tiene 37 años viviendo en el sector.