La inseguridad agobia al venezolano

La inseguridad agobia al venezolano

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Salir menos de la casa, dejar de lucir prendas costosas, reforzar el acceso a sus residencias, en fin, cambiar hábitos y disminuir y hasta renunciar a actividades que hacían gratas sus vidas, son algunas de las medidas tomadas por las personas por temor a la inseguridad desatada en el país.





Giovanna Pellicani/ El Tiempo

 

“Además de que no son muchas las opciones, ni para los adultos ni para los niños, y lo que queda es muy costoso, una de las cosas que más disfrutaba la gente era ir a los centros comerciales pero hasta eso se ha ido perdiendo porque los horarios son restringidos ya que muchas tiendas cierran temprano por seguridad”, dice la portocruzana Xiomara de Martínez.

De un tiempo para acá, señala Martínez, lo que nos queda hacer en la casa es alquilar películas y montar un cine, con unas cotufas y refrescos, o helado”.

Ella cuenta que habla con sus vecinos y el temor es el mismo. Si salen a pasear, a las 6 de la tarde ya se están recogiendo porque nunca saben de donde va a salir el peligro.

Así no se puede

Reconoce que el tema de la inseguridad le ha cambiado el estilo de vida a su familia, y entiende que eso no es bueno, pero “es que es difícil confiar”.

Otra que lamenta la situación que crea una delincuencia incontrolable es María Mercedes Luna. Ella tiene 22 años y es de las personas que le gustaba ir al cine a la función de las 8 de la noche y también de quedarse a rumbear con los amigos hasta la madrugada, pero ya no lo hace desde que vivió el temor de ser asaltada por unos motorizados, junto con tres de sus compañeros de los cuales uno salió herido de bala porque a uno de los tipos le molestó que no tuviera dinero. “A mi amiga la manosearon y todo… Ellos han seguido saliendo, no tienen miedo, pero yo ahora estoy más encerrada, si salgo, pero…temprano”.

El temor que sienten algunos por la inseguridad empieza a afectar a los bolsillos y eso incluye a los comerciantes formales e informales.

Andrea vive de vender empanadas desde hace ocho años en un populoso y también peligroso barrio de Barcelona, y aunque la clientela ha aumentado, su horario de trabajo ha tenido que bajarlo, y eso lo ve reflejado en las ganancias.

Ella solía salir a las 4:00 de la madrugada para preparar su puesto de trabajo y esperar el paso de los escolares, pero las cosas han tenido que cambiar.

“Dios dice cuídate que yo te cuidaré. Evito abrir el puesto antes de las 6:00 de la mañana, pues a esa hora el sector está solo y los delincuentes hacen de las suyas”, dice.

A su vecina Luzmila le gusta ejercitarse y como trabaja y estudia, aprovechaba para salir a trotar por las calles del sector a las 5:00 am o a las 7:00 de la noche. Hoy prefiere hacer abdominales u otros deportes, pero dentro de su casa.

“He pensado en comprarme una caminadora, pero hace dos meses me robaron mi celular en un autobús y debo comprar un equipo nuevo para comunicarme”, cuenta.

Luzmila señala que actualmente no se siente segura ni cuando le pide un servicio a un taxista privado.

Ni cartera ni prendas

Los robos en unidades de transporte parecen ser el día a día de los habitantes en la zona norte del estado Anzoátegui, y así lo demuestra el testimonio de Julián Mata, quien ha tenido que adoptar medidas de seguridad personales para abordar un autobús.

La última vez que atracaron a Julián fue en un vehículo que cubre la ruta de la avenida Argimiro Gabaldón.

Recuerda que se subió a un bus en la parada que está frente a la Universidad de Oriente, sentido Puerto La Cruz-Barcelona. El vehículo estaba full de pasajeros, por lo que tuvo que irse parado. En uno de los bolsillos traseros del pantalón llevaba su cartera.

Se bajó en la calle Sucre de Puerto La Cruz y cuando fue a pagar el pasaje ya no tenía la cartera. ¿Quién se la sacó? Ni se imagina.

A pesar de todo, Julián cree que corrió con suerte, ya que son muchos los cuentos de personas que han sido sometidas por delincuentes dentro de los autobuses para que entreguen sus pertenencías. Ahora evita llevar dinero o ducumentos en los bolsillos traseros y trata de no usar prendas costosas, que llamen la atención de los antisociales.

El ama de casa Magalys Marchán acostumbraba a compartir con su esposo Daniel y otras tres parejas en la casa de alguna de ellas los fines de semana en la Fundación Mendoza de Barcelona, pero desde que se enteraron de que tres delincuentes secuestraron a una familia entera dentro de una vivienda cercana cambiaron de lugar de encuentro para que no dejar de tener esos ratos de esparcimiento. “Es lo más que podemos hacer porque uno vive como asustado si está en un sitio público”.

Nohelia Costa es fanática del Festival de Teatro que se celebra todos los años en Barcelona, pero en los últimos años ha ido poco a ver la obras porque más de una vez le abrieron y se llevaron partes de su carro, hasta que se lo llevaron todo. “En esas calles no hay luz ni vigilancia. Así que voy cuando son temprano, y con varias personas”
Diversión…poca

A Magalys le gusta visitar locales nocturnos, pero son pocas las veces que lo hace para evitar llegar tarde a su casa, ubicada en el sector Chuparín de Puerto La Cruz, pues no tiene vehículo y siente temor de que algún maleante la intercepte a altas horas en las solitarias calles de la ciudad.

Oswaldo Guzmán estudia odontología en la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho (Ugma) y dice que sus padres Oscarina y William le limitan las salidas y él lo entiende y comprende sus temores, pero es joven y quiere divertirse.

“Es terrible estar con tanto cuidado, pero no queda de otra y es que las cosas que uno lee, ve o le cuentan son tan terribles que el temor lo asalta a uno”.

“Yo creo que mis padres tuvieron más libertad que yo en sus tiempos y a veces me hacen sentir frustrado”, dice.

El estudiante de 24 años ha optado por invitar a sus amigos a compartir en su residencia, pero asegura que las reuniones incomodan un poco a su madre, quien es médica.

“No tengo otra alternativa y no es mi culpa que los delincuentes estén desatados”, recalca.

A pesar de los reproches de su hijo, Oscarina considera que la diversión de los jóvenes actualmente se ha visto afectada por “el incremento de la inseguridad en el país.”
Siempre le muestra a su único hijo las muertes violentas que ve publicada en los medios de comunicación.

“Hoy en día la mayoría de las víctimas fatales son jóvenes, porque precisamente son ellos los que desobedecen a sus padres por tener un rato de distracción. Ni los locales nocturnos son seguros y a pesar de que la mayoría funcionan en el municipio Urbaneja, considerado uno de los más seguros de la entidad, no escapa a la violencia”, asegura.

El comerciante Nelson Villarroel es de los que opinan que gran parte de los muchachos que pierden la vida de manera violenta carecen de valores y principios, pues en su seno familiar estos no existen y “terminan por hacer lo que les da la gana y desafían a quienes les llaman la atención”.

Para Villarroel, en Venezuela se acabó la seguridad al terminar el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, porque a su parecer ha sido el único mandatario que puso mano dura.

“Hoy los delincuentes no temen ir a una cárcel porque parece que allí están más cómodos que en la calle, además que hacen lo que les da la gana”, recalcó.

Considera que cuando en Venezuela exista un sistema penitenciario “realmente estricto”, serán pocos los que querrán estar tras las rejas.

Enrejados

Hay quienes han tenido que reforzar la seguridad en sus viviendas, como el mecánico Daniel Rodríguez, quien tiene dos hijos de ocho y seis años y vive en Las Delicias de Puerto La Cruz.

“Compré un Rottweiler para que de noche cuide la casa”, refiere.

Hace dos meses reforzó las rejas de las ventanas y en los últimos cuatro años ha colocado doble cerradura a la puerta principal de la casa.

“Nunca me han robado, pero no voy a esperar que ocurra para cuidarme”, dijo.

Dice sentirse mas encerrado que un preso, pero recalcó que “si eses es el precio que tengoque pagar por estar a salvo dentro de mi propia casa, asumo el sacrifico”.

La comerciante Elena Soto, habitante de la mencionada comunidad, difiere de Daniel y asegura que la zona es tranquila y muy poco ocurren hechos violentos. Para ella el país ha progresado.

Son muchas las historias que reflejan el por qué del temor que actualmente siente el venezolano ante el “incremento de la inseguridad”, situación frente a la cual cada quien optado por tomar sus propias medidas de resguardo para evitar formar parte de la larga lista de víctimas de la delincuencia en Venezuela.