Leopoldo Fontana: ¡Castros Nuestros!

Leopoldo Fontana: ¡Castros Nuestros!

thumbnailleopoldofontanaCastros nuestros que estáis en La Habana. Vivificados sean sus nombres. Venga a nosotros sus órdenes. Hágase sus voluntades, así en Caracas como en La Habana. Sus directivas  de cada día, dénnoslas hoy. Que vuestras deudas sean las nuestras. Pero las nuestras no las vuestras.  Y no nos dejen caer en la tentación de revelarnos. Para que nunca nos liberen. “¡Men a!” (Porque cuando se reza a quien no es ¡hay que decir “Amén” al revés!)

Al “Chávez nuestro”, una invocación de huérfanos, porque sin él, no son nada – y por eso tratan de mantenerlo vivo ante un “Juan Bimba” que solo lo escuchaba a él, y hoy en día no los está escuchando a ellos – anteponemos esta oración: “Castros nuestros”, tan realista, que las pruebas las vemos cada día. ¡Y porque sus deudas son nuestras, estamos como estamos!

Ahora Nicolás, en su desesperado intento de utilizar este trapo rojo, como el torero para distraer el toro antes de la estocada, también “nuestra de cada día”, la emprende contra la iglesia que considera la tal “oración”, una profanación.





“Señores de la inquisición, exijo respeto al espíritu creador, y basta de tanta persecución contra Chávez.” (¡Que se murió! Pero que están empeñados en no dejarlo descansar, para refugiarse en él.)

Nadie ha salido “a masacrar esta humilde mujer” (que leyó la “oración”), sino a constatar el grotesco culto a la personalidad de Chávez, ya ejercido por Hitler, Mussolini y Stalin, con sus catastróficos resultados para los pueblos que la ejercieron. Alemania destruida y dividida después de la guerra. Italia arruinada. ¡Y Stalin con 20 millones de muertos en su haber!”

Todo es válido para excusar, y tratar de ocultar, el legado del “¡Chávez nuestro!”: la ruina de Venezuela. ¡Como la de Cuba después de 55 años de Castros!