En Cataluña, muchos votos del “no” a la independencia se quedarán en casa

En Cataluña, muchos votos del “no” a la independencia se quedarán en casa

Foto AFP
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Mientras los independentistas se preparan para votar masivamente el domingo, muchos catalanes contrarios a la secesión se decantarán por no participar en esta controvertida consulta, que el gobierno nacionalista mantiene pese a la suspensión judicial.

“Sinceramente yo me quedaré en casa. Esto es un tema serio y no se puede hacer de cualquier manera. Más que una votación, esto es una pantomima”, lamenta Juanjo González, un periodista de 47 años reconvertido a joyero.

“No te puedes saltar las reglas del juego. Si no te gusta una ley, debes luchar para cambiarla, por eso cobras como político. Pero esto es hacer el ridículo”, añade una de sus clientas, Nati Mejías, de 38 años, en el mercado central de L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de la región.





Sin autorización del gobierno español, que consiguió bloquear la consulta convocada inicialmente, el presidente nacionalista catalán Artur Mas impulsó una votación de carácter simbólico organizada por voluntarios, sin censo previo ni organismo de supervisión.

Pero el gobierno central, presidido por el conservador Mariano Rajoy, opuesto de plano a que se produzca una consulta de estas características, volvió a recurrir al Tribunal Constitucional para suspender la votación, sin lograr esta vez cambiar los planes de Mas.

En nombre de la “libertad de expresión” y el “derecho a decidir de los pueblos”, el presidente nacionalista ha mantenido programada la consulta y llamó a los ciudadanos a participar masivamente.

No obstante, para las asociaciones y los partidos políticos contrarios a la independencia este supuesto “derecho a decidir” es falso.

“Se trata de una gran farsa. Un eufemismo del derecho de autodeterminación que claramente no es aplicable a Cataluña”, critica el secretario general del partido catalán Ciudadanos, Matías Alonso.

Para ellos, la votación del 9 de noviembre “es ilegal, ilegítima y antidemocrática y nosotros no vamos a participar en un proceso antidemocrático”.

Fundada en abril para romper la “espiral del silencio” creada por el potente mensaje del independentismo catalán, la asociación Sociedad Civil Catalana también descarta participar en una consulta que, para su vicepresidente José Rosiñol, “es un artificio creado por el nacionalismo catalán con el objetivo de tapar muchos problemas reales de los catalanes”.

– “Independentismo: mucha épica, poca racionalidad” –

En L’Hospitalet de Llobregat, donde han pasado en seis años de 9.200 a 23.400 parados –una décima parte de su población–, algunos coinciden en esta valoración.

“Esto no debería ser una prioridad cuando los negocios no funcionan y hay mucha gente que pasa hambre”, opina Sandra Díaz, una técnica de recursos humanos de 38 años frente a la sede de la televisión local, medio desmantelada por los recortes presupuestarios de los últimos años.

Ubicada justo al sur de Barcelona, el paisaje de esta ciudad entremezcla su pasado fabril con inmensos y aburridos bloques de pisos de mediados del siglo XX y algunos rascacielos construidos durante los flamantes años del “boom inmobiliario”.

Observando cómo recogen las tiendas del mercado central, con menos actividad que antaño, un fontanero jubilado de 67 años, procedente del centro de España, se muestra indignado.

“Yo votaría que no porque yo soy español. Pero no iré porque me pone de malhumor que se ponga en cuestión la permanencia de Cataluña en España”, dice Ángel Julián.

“Si se independizan, me vendo mi casa y me vuelvo a Castilla-La Mancha”, la región que abandonó hace cuarenta años.

En cambio, a pocos metros, dos amigos de 16 años se muestran ilusionados con votar: “Yo diré que sí porque espero un futuro prometedor, con empleo y sueldo”, señala uno de ellos, Raúl Arias, convencido de las ventajas de la independencia para la región, muy afectada, como el resto del país, por la crisis y el desempleo.

Por ello, en una reciente reunión con Mariano Rajoy, Sociedad Civil Catalana le reclamó “cierta regeneración democrática e institucional” para compensar la desafección generada por la recesión y los continuos escándalos de corrupción.

“Los catalanes necesitamos un proyecto ilusionante de España, pero no un proyecto épico como el que ofrece el secesionismo, que es mucha épica y muy poca racionalidad”, afirma Rosiñol. AFP