Abordar este tema para nosotros no sólo implica referirse a los recientes y dolorosos sucesos en Francia y Bélgica, donde una serie de atentados del Yihadismo islámico, ha dejado su rastro de muerte. Sino que comporta hacer referencia a nuestra situación de destrucción nacional.
La secularización es el fundamento de la cultura Occidental desde las revoluciones inglesa y francesa de los siglos XVII y XVIII. De ahí surge el principio de la separación de la Iglesia y del Estado. Las creencias religiosas pasan a la esfera privada de la familia y la intimidad del sujeto. Mientras el Estado, entendido como una unidad artificial que comprende los asuntos humanos, pasa a regir la forma como las sociedades deben regirse a sí misma, absorbiendo las contradicciones sin resolverlas, así como las tenciones entre los imperativos normativos de los principios religiosos y los imperativos de las garantías fundamentales de los derechos humanos. Sólo el mantenimiento precario de estos equilibrios ha garantizado Occidente el ejercicio de la libertad en los diferentes campos de la vida cultural.
El yihadismo pretende justificar la venganza asesina en la ofensa que la sociedad occidental realiza contra su religión, en el caso del ataque contra la publicación Charlie Hebdo, tratan de ampararse en las caricaturas que exponen de manera ofensiva las creencias del Islam. Aunque todo debe decirse, en lo personal no me agrada la forma escatológica como este semanario realiza sus críticas a todas las religiones, no sólo al Islam. Pero el yihadismo no necesita motivación de caricatura alguna, en virtud, de que ellos mismos se han encargado de publicar en Internet el hecho de que lo que mayormente los ofende es la existencia de otras religiones: judíos, cristianos, etc. Y ni se diga la ofensa misma de la existencia de una sociedad secularizada; es decir, de la existencia de una sociedad que no se rige por principios teocráticos. Así que el yihadismo toma las caricaturas de Charlie Hebdo como pretexto para el asesinato, tratando de justificar su odio a la secularización occidental.
Ahora bien, como en mi caso no se trata de atacar al Islam. Cultura por la cual tengo un considerable respeto, porque como historiador me ha tocado estudiarla. Debo poner de relieve el hecho; sobre el cual hemos tenido en el último siglo muy claras manifestaciones que hacen imposible ignorarlas; de que el integrismo y el fundamentalismo aunque de raíces religiosas, en las sociedades modernas secularizadas se ha desplazado al terreno no religioso; así hemos visto el integrismo biológico de los Nazis, el fundamentalismo histórico del comunismo marxista (leninismo-stalinismo), que conservando su forma teológica, han sembrado el totalitarismo, el terror y el genocidio, en todos aquellos países que han logrado dominar.
Lamentablemente tenemos en Venezuela un claro ejemplo de integrismo y de fundamentalismo, que los venezolanos hemos venido resistiendo desde hace 16 años. El régimen instaurado por Hugo Chávez, convirtió nuestra nación en un experimento comunista al estilo de la Cuba castrista, con el resultado de una Patria devastada por una crisis económica de colosales magnitudes, con sus consecuencias de inflación, desabastecimiento, abatimiento de la producción pública y privada, crecimiento de la pobreza, de la inseguridad personal y entrega de la soberanía a potencias extranjera. Pero lo que es más grave el intento fracasado (por la resistencia de los ciudadanos) de querer imponer un verdadero apartheid sobre todo aquel que manifestó su desacuerdo con el régimen, la muerte de nuestra libertad.
Lo maravilloso de la cultura occidental, lo que nunca podemos perder, es nuestro sentido de la libertad. No puede existir ninguna autoridad ni religiosa ni civil, que pueda imponer la verdad a la sociedad. La libertad de crítica, la libertad de comunicación sólo puede tener como límite aquel establecido por la ley en un régimen de garantías constitucionales y respetuoso de los derechos humanos.
Economista Historiador Profesor Titular de la UCV Dr. Pedro Vicente Castro Guillen