El ventrílocuo de Miraflores por @jorgebarrosod

El ventrílocuo de Miraflores por @jorgebarrosod

JorgeBarrosoThumbnail-190x130Un gobierno en crisis, bajo la mirada internacional por el uso indiscriminado de armas de fuego contra manifestaciones, corrupción, lavado de dinero, violación a los derechos humanos, a la libertad de expresión e información, detenciones arbitrarias, persecución política, con un índice de pobreza sobre el 32%, y niveles de escasez de productos básicos y medicinas sin precedentes, cumple dos años moviendo los hilos del poder, y destruyendo a Venezuela.

Dos años de retroceso imparable; de un deterioro político, económico y social digno de reflejar en el libro de Records Guines y hasta en una sala de cine. Y no lo digo con orgullo.

Solo basta echar un repaso a las cifras de homicidios, al índice inflacionario, o simplemente acercarse a un supermercado para sentir de cerca el desastre en el que vivimos. Y no es realismo mágico. Es desidia y desamor.





Aún recuerdo cuando nuestro país era reconocido en el mundo entero por su petróleo, naturaleza y mujeres bonitas. Hoy su nombre encabeza los titulares de la prensa internacional para mostrar a nuestro pueblo haciendo largas y humillantes colas en busca de artículos tan necesarios como la leche, la harina de maíz, el aceite, el café, la hojilla de afeitar o el desodorante. Y es que ni champú hay en Venezuela.

Estamos peor que una nación en pleno conflicto armado, y mientras, el ventrílocuo de Miraflores no hace nada para detenerlo, porque simplemente no le interesa.

Prefiere invertir tiempo y recursos en una campaña estéril contra el decreto del gobierno estadounidense que declaró su gestión como una amenaza para la seguridad de la nación, y las sanciones a 7 enchufados de su gobierno por violar los derechos humanos, en vez de abocarse a resolver los problemas que verdaderamente afectan a millones de venezolanos.

Nos estamos muriendo de hambre y desesperación. No podemos garantizar una dieta balanceada a nuestros hijos, porque no conseguimos ni los alimentos más básicos, y si tenemos la suerte de encontrarlos no siempre podemos comprarlos porque su costo, la mayoría de las veces, es inalcanzable. Muestra de ello los 13 mil 645 bolívares que tenemos que pagar solo para adquirir la canasta alimentaria.

Y si bien es cierto que el líder de la “Revolución bolivariana” fue el principal artífice de la debacle que hoy sufrimos en nuestro país, lo que ha hecho Nicolás Maduro desde que llegó al poder, no tiene comparación, ni compón.

No en vano la popularidad presidencial bajó de 55% en 2013 a menos de 20% en 2015.

La realidad es que el país está en aprietos, con un presidente denunciando compulsivamente intentonas de golpe de Estado, magnicidios, guerra económica y psicológica para intentar tapar su rotundo fracaso. Con un precio del barril del petróleo inestable e impredecible. Con un pueblo decepcionado y hambriento. Con enfermos crónicos padeciendo la falta de insumos y de medicamentos. Con una comunidad internacional activa y atenta a lo que ocurre en nuestro país, a excepción de unos pocos que prefieren mantenerse serviles al gobierno de Nicolás Maduro, y cómplices de sus atrocidades.

Pero pese a la adversidad, aún hay buenas noticias.

El cambio democrático y electoral está cerca señores, y depende de nosotros. Este mismo año los venezolanos tendremos la oportunidad de poner fin a 16 años de incompetencia, lágrimas y pobreza. Se trata de la elección de una nueva Asamblea Nacional, un proceso electoral que puede llevarnos a la reinstitucionalización del Estado y al cambio de gobierno que tanto deseamos.

 

¡Por Venezuela vale la pena seguir luchando!