Guerra abierta y declarada a las universidades y los universitarios es la que desde hace años ha decretado el gobierno nacional venezolano. Es su decreto mejor cumplido, el avanzar en exterminar la institucionalidad de las casas de estudios superiores y sus profesionales docentes, empleados, y también los obreros.
La institución a vencer
Desde el “gobierno” de Chávez y sus secuaces bandoleros comenzó el inmenso declive presupuestario en las universidades, así como se incrementó el gasto militar, para enfrentar diversos enemigos ficticios. La inversión que se hace en educación es la mínima indispensable para pagar la nómina alicaída, sin contemplar infraestructura, dotaciones de bibliotecas, materiales ni otros recursos para el funcionamiento. El presupuesto, además, se envía por cuentagotas, limitándose el crecimiento institucional.
Se impiden, así mismo, vía tribunales, las elecciones rectorales, mientras que en las universidades intervenidas o que se ha apropiado el gobierno nacional, a nadie se elige, se designan las autoridades. Así, en la UCV, la USB, la UDO, la Nacional Abierta, la ULA, la de Carabobo… no pueden hacerse elecciones rectorales ni casi ninguna otra desde hace años, porque el gobierno, con su brazo armado legal, desde hace años, lo impide. Y en universidades como la de las Artes, la bolivariana, la UNEFA… no se efectúan elecciones, el gobierno designa allí sus fichas, imponiéndoselas a la respectiva comunidad universitaria. Lo mismo ocurre con las intervenidas: Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, UNELLEZ, Rómulo Gallegos…
Ahora, encima, el gobierno, enemigo de los universitarios, se apropia de todos los cupos universitarios, pretendiendo desconocer las pruebas de ingreso, esas que garantizan calidad, ahorro de recursos, prosecución rigurosa. Elimina el rigor, la calidad y apuesta por la estafa educativa, dejando entrar como río en conuco a quien sea donde sea, impositivamente, dictatorialmente.
Y habla de democracia, se jacta de demócrata. Vacié.
Enemigos perseguidos
Al no ajustar dignamente los sueldos, el gobierno provoca lo que ha ocurrido: la estampida de los colegas a otras universidades del mundo, en procura de dignidad de vida, de mejores reconocimientos a través de la remuneración mínima, acorde para vivir y despeñar sus tareas de investigación y docencia y extensión, como se exige y como es. Y si se lucha, pues se persigue a los dirigentes gremiales como ha ocurrido con varios, a través de amenazas y persecuciones, incluidas persecuciones judiciales, como las que enfrentan los compañeros de la Universidad de Carabobo o de la ULA.
También siguen apresados estudiantes universitarios o egresados, dirigentes políticos que han sido universitarios, Leopoldo López, Ceballos, Gregory Sanabria o Araminta González o Baduel, hijo, solo por ejemplificar este desvelo gubernamental por perseguir la inteligencia del modo que sea y donde se halle.
Finalmente, seguimos en esta lucha entre la inteligencia, la paz del orden jurídico, y la violencia física, luchas miserables esgrimidas desde la fundación de la república entre Carujo, el violento, y el inteligente José María Vargas. Como diría, en otro momento menos rudo de la confrontación, ese inmenso poeta que es Rafael Cadenas, y parafraseo con libertad: la inteligencia, obviamente, no está en el poder, pero ni de cerca, está realmente lejos y perseguida por él hasta procurar su exterminio.
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