Maduro: crónica de un fracaso anunciado por @CarlosValero08

Maduro: crónica de un fracaso anunciado por @CarlosValero08

thumbnailcarlosvalero1Los poderosos suelen desvincularse de la realidad que les toca gobernar. Mientras mayor sea el poder y menos los límites institucionales y éticos que lo encuadren, mayor será la distancia entra lo que piensa un “poderoso” y lo que realmente ocurre. La relación causal que se establece entre mandar sin atenerse a las señales empíricas, a medida que aumenta la sensación de mando y control, socava el poder real. En Venezuela estamos ante un ejemplo típico de gobernante disociado de la realidad, montado sobre una enorme maquinaria de poder y autodestrucción a medida que se ejerce con hedonismo enfermizo, sin control.

Maduro pasará a la historia como un personaje sobrevenido. En el corto plazo se ha encargado de destruir la ilusión de prosperidad e inclusión construida sobre la base de millones de dólares de casi una década de boom petrolero. Si bien hasta ahora la popularidad de finado presidente Chávez aún sobrevive el desastre del gobierno de Maduro, la abismal crisis construida con cada decisión económica podría destruirla. Se observa un paralelismo histórico entre el peronismo y el chavismo, Cuando Perón muere, lo sucede en el poder su esposa “Isabelita” (María Estela Martínez) la cual condujo a la economía argentina a una importante crisis, con una inflación galopante, la paralización de las inversiones de capital, la suspensión de las exportaciones de carne a Europa y el inicio del crecimiento de la deuda externa, terminando con su derrocamiento y olvido total en los libros de historia. Seguro se repetirá esto en el caso de Maduro, con la notable diferencia que la salida de Maduro será democrática.

La Venezuela de hoy se asemeja mucho al país del año 1998, justo antes de la llegada de Chávez al poder. La descomposición moral de la élite gobernante crece a la par que aumenta la inflación o se deprecia el Bolívar. El salario real de los venezolanos cae mes a mes y dependiendo de la tasa de cambio que se use, puede estar cercano a 15$ si preferimos el paralelo o en 37 $ a SIMADI. Calcularlo a 6.30 o a 12 es un ejercicio insensato e inútil, válido solo para aquellos burócratas vestidos de rojo. Todas las encuestas muestran una caída en la popularidad del presidente, ubicándolo entre 20 y 25 puntos, con tendencia negativa, de lo cual no escapa el partido de gobierno, ubicándose en un 20%, muy distante de aquel 40% que llegó a exhibir en la época de Chávez. Sumen la falta de liderazgo, los problemas de cohesión interna al interior del oficialismo y el agotado discurso de la guerra económica, para evidenciar que estamos frente a unas elecciones que pueden significar un cambio radical para el país.





Estoy convencido que el PSUV perderá las elecciones del 6D. Al margen de los errores de algunos factores de la oposición, regímenes como el de Maduro más que derrotados por sus adversarios, son auto destruidos por sus prácticas irracionales. Nadie con dos dedos de frente permite que el país se vaya a mil por hora por la autopista de la hiper inflación, para satisfacer a un pequeño grupo de capturadores de renta con dólares preferenciales. Ninguna persona normal, en la sociedad de las comunicaciones, viola abiertamente los DDHH, tiene presos políticos y admite, como lo hizo Cabello en la Asamblea Nacional, y abro comillas “nosotros somos unos locos, Chávez era el único que nos paraba”. Tampoco, nadie que quiera mantener el poder y la cohesión del Estado, permite que haya pranes dando órdenes, atacando comisarías e imponiendo una especie de estado del crimen dentro del Estado. Estas prácticas, cuando se acaba el poder embriagador del boom petrolero, pasan factura, activando los mecanismos de preservación de la sociedad.

La oposición debe prepararse para un intento de burla de la voluntad de cambio. Las primarias del PSUV y el descaro de CNE anticipa hasta donde están dispuestos a llegar en materia de engaño, manipulación y mentira. Nada es nuevo. Algo similar lo vivió la sociedad chilena con Pinochet, la peruana con Fujimori, la venezolana en tiempos de dictadura. La sociedad debe ponerse de lado de los partidos políticos, dejar las diferencias, y dedicarse a cuidar actas y votos. Hoy el sentimiento de cambio es ampliamente mayoritario, todos, debemos materializarlo en las parlamentarias para impedir que una minoría rabiosa se imponga y continúe destruyendo al país y empobreciendo a millones con una ideología anacrónica y unos incentivos totalmente corrompidos.

Carlos Valero
@CarlosValero08