José Gato Briceño: Hambruna, otro logro de la chimborevolución

José Gato Briceño: Hambruna, otro logro de la chimborevolución

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La hambruna es un proceso socioeconómico mediante el cual un grupo social sufre un progresivo deterioro de su sistema de alimentación. Se da cuando un país o zona geográfica no posee suficientes alimentos y recursos para proveer de alimentos a la población provocando la aparición de enfermedades y epidemias que elevan la tasa de mortalidad. Según el Proyecto Hambre de las Naciones Unidas, alrededor de 24.000 personas mueren cada día por hambre o por causas relacionadas con el hambre, lo cual representa un 16% del total de muertes diarias producidas por cualquier causa. De esas 24.000 personas fallecidas por hambre, un 75% son niños menores de cinco meses.

Para que se dé una situación de hambruna, son necesarios unos condicionantes previos como la pobreza pero los grandes detonantes son por lo general, los conflictos armados, o las catástrofes naturales, etc. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que entre 2.011 y 2.013 el hambre crónica afectó a 842 millones de personas en el mundo. La situación de Venezuela es sencillamente lamentable. Contra todo pronóstico, siendo mi patria uno de los páises con mayores riquezas naturales del mundo,  está atravesando uno de los peores momentos de su historia.

La corrupción, el malandraje y la mala gestión nos ha dejado en ruinas. Después de casi dos décadas de gobierno Castro Chavista, lo único que ha crecido en Venezuela son las cifras rojas; carece de medicamentos, electricidad, agua y alimentos pero abundan los homicidios, el narcotráfico y la inseguididad ciudadana. El comunismo y sus variantes, todos  han sido intentos fracasos de idealistas trasnochados quienes de la boca para afuera dicen luchar por la igualdad social y en la realidad son ellos los que se enriquecen mientras empobrecen mas cada vez a sus gobernados. Logran lo insólito, convertir países prósperos en ruinas de miseria y hambre Mi patria pasó de ser un país donde los pobres podían consumir hasta whisky a ser un país donde ni siquiera se consigue agua. La hambruna ha llegado hasta el último rincón del país. Con los indicadores económicos que manejan los organismos nacionales e internacionales la condición no tiene posibilidades de mejorar en el corto plazo, por el contrario las proyecciónes son catastróficas. Durante los tres últimos años, la inflación ha subido proyectándose que para el 2016 pueda llegar al 500%, el desabastecimiento es peor que la de un país en guerra pues el gobierno venezolano se niega a aceptar ayuda internacional obligando al pueblo al hambre y la destrucción. El costo de la vida es inalcanzable para el 90% de la población y lo más crítico es que el alza de precios aún está lejos de llegar a su techo.

Aunque el continente más recurrentemente asolado por hambrunas es África, observamos que la historia nos muestra trágicas excepciones, todas vinculdas con el socialismo. Así la hambruna sufrida por China durante el Gran Salto Adelante de Mao y la de la antigua Unión Soviética durante el primer tercio del siglo XX. Ahora, en el manoseado Socialismo del Siglo XXI impuesto por la chimborevolución logró en tiempo record destruir casi por completo, el aparato productivo de Venezuela, incluso se destruyó el aparataje rentístico que sostenía la economía venezolana en tanto que la industria petrolera (principal generadora de recursos del país) está destrozada. Pero esto no ha tocado fondo, según el último informe del Banco Mundial, durante el 2016 se profundizará la depresión económica, con un retroceso de la economía de -10,1% del Producto Interno Bruto (PIB). Algo definitivamente injustificable.

Frente a esta situación de extrema necesidad, el pueblo está implosionando. El hambre, la necesidad  y la deseperación han sido los detonantes de los saqueos que han acontecido en los últimos días a lo largo y ancho del país: Sucre, Anzoátegui, Apure, Bolívar, Falcón, Merida, Trujillo, Táchira, Monagas, Carabobo y aisladamente, algunos sectores de Caracas son un claro reflejo de que la crisis se está volviendo insostenible. Hay una macabra hipótesis, que sostiene que el gobierno aspira mantener el desabastecimeinto para tener sometido al pueblo, que las colas no las van a acabar pues mientras los ciudadanos están ocupados pensando cómo y dónde encontrar los alimentos y haciendo las colas, no tendrán tiempo de conspirar, manifestar ni de reclamar sus derechos. Sin embargo, el pueblo está encendido y su furia no podrá ser contenida por mucho más tiempo. No hay perdigones, bombas, gas pimienta, cárceles y funcionarios de seguridad que puedan parar el cambio que se avecina.

Estoy seguro que a los bandoleros del narcoregimen les queda muy poco para caer. Contando los días para que Venezuela vuelva a ser libre y se restablezca la democracia, sigo dando la pelea con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA.

José Gregorio Briceño Torrealba

“El Gato” Briceño.

Twitter:

@josegbricenot

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