De cómo Thomas Shannon, el alfil del chavismo en la Casa Blanca, perdió la pelea

De cómo Thomas Shannon, el alfil del chavismo en la Casa Blanca, perdió la pelea

El embajador estadounidense Thomas Shannon, testifica en el Capitolio sobre las relaciones entre EEUU y Cuba, en Washington. 20 de mayo de 2015. El diplomático estadounidense Thomas Shannon se reunirá el martes con funcionarios venezolanos de alto nivel en Caracas, dijo un representante del Departamento de Estado en Washington, una semana después de que el secretario John Kerry dijera que quería mantener conversaciones para aliviar las tensiones con el Gobierno socialista del país caribeño. REUTERS/Jim Bourg

 

El Nuevo Herald publica hoy una nota, de Franco Ordóñez y Nora Gámez, un reportaje de cómo, Thomas Shannon, el otrora poderoso funcionario de la cancillería estadounidense, defensor del “proceso” de la izquierda en latinoamérica, perdió su batalla en el gobierno de Donald Trump.





Por lapatilla.com

Un defensor del “diálogo” y opuesto a las sanciones de la administración Trump a la dictadura de Maduro, Shannon parte hoy de “vacaciones”, un preaviso de su despedida.

Cómo el Departamento de Estado perdió en Venezuela

 

Mientras los asesores de la Casa Blanca y del Congreso planeaban duras sanciones contra Venezuela, el funcionario del Departamento de Estado encargado de los temas latinoamericanos se reunía en privado con el entonces ministro de Relaciones Exteriores de ese país.

Era el 23 de julio, una semana antes del voto programado para disolver la Asamblea Nacional elegida democráticamente, y Thomas Shannon estaba dispuesto a hablar sobre cómo seguir hablando.

Dentro de la administración de Donald Trump, los bandos quedaban claros. El senador por la Florida, Marco Rubio, junto a un grupo en la Casa Blanca que incluyó al asesor de seguridad nacional H.R. McMaster, favorecía duras sanciones económicas dirigidas a invalidar al gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Del otro estaba el Departamento de Estado. Pero en realidad, era Shannon quien se ocupaba del tema de Venezuela, mientras el secretario de Estado Rex Tillerson se centraba en otras crisis, como las amenazas nucleares de Corea del Norte.

El presidente Donald Trump había prometido sanciones económicas “fuertes y rápidas”, incluyendo posibles sanciones petroleras, contra Venezuela. Y el grupo de varias agencias gubernamentales estuvo casi de acuerdo en lo que implicaría ese paquete de castigos. Shannon, sin embargo, siguió avanzando hacia un objetivo diferente: un castigo más limitado que podría permitir que el diálogo continuara.

Dos días después de la reunión no revelada de Shannon con el entonces ministro de Relaciones Exteriores Samuel Moncada, el gobierno venezolano convocó una reunión sorpresa con periodistas estadounidenses en la residencia del embajador venezolano en Washington. Durante un típico desayuno con arepas, Carlos Ron, el encargado de negocios de la embajada, criticó las amenazas estadounidenses de extender las sanciones contra el sector petrolero venezolano. Pero también dejó claro que querían mantener el diálogo.

En ese momento, Ron sacó su teléfono celular para una llamada especial del propio Moncada, quien a través del altavoz del teléfono, martilló los mismos argumentos: Venezuela quería seguir hablando, pero Caracas esperaba que Washington respetara su soberanía.

“Lo que queremos es un diálogo, pero con respeto”, dijo Ron. “No con amenazas. Venezuela no se va a sentar en una mesa amenazada”.

Dentro del gobierno de Estados Unidos, Shannon también quería que las líneas de comunicación con Caracas permanecieran abiertas y, según múltiples fuentes, pasó los días siguientes presionando contra los avances del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y Rubio, y advirtiendo que las agresivas sanciones podrían cerrar los canales diplomáticos.

Los debates fueron intensos. En un momento dado, Fernando Cutz, director del NSC para América del Sur, criticó a funcionarios del Departamento de Estado, ante unos 30 asesores de alto rango en una reunión del Comité de Coordinación de Políticas del NSC.

Shannon perdió el enfrentamiento: el equipo acordó un plan que cumpliría las promesas de Trump. El viernes antes de la votación de la asamblea constituyente, el vicepresidente Mike Pence llamó al preso político Leopoldo López y le aseguró que Estados Unidos tomaría medidas si Venezuela despojaba a los legisladores de sus poderes constitucionales.

Shannon es uno de los diplomáticos más respetados, no sólo en Estados Unidos, sino en el hemisferio. Ha servido a tres presidentes, fue embajador en Brasil y se le atribuye un rol importante como facilitador del acuerdo de paz en Colombia. Y, con esa experiencia, este veterano del Departamento sabía que le quedaba otra opción. Todavía podía convencer a Tillerson.

El domingo 30 de julio, apenas unas horas después de que Maduro celebrara lo que ha sido ampliamente criticado como una votación fraudulenta, Trump firmó el conjunto de severas sanciones acordadas por el grupo de varias agencias y apoyado por el equipo de Rubio. Pero esa noche, de acuerdo con una fuente, Tillerson intervino alentado por Shannon. El secretario de Estado le dijo al Presidente que el castigo era demasiado severo, dijo la fuente.

Así que al día siguiente, la administración proclamó a Maduro como dictador y emitió un conjunto más suave de sanciones que atacaron exclusivamente al presidente venezolano.

El resultado: Maduro se burló de Trump.

Los defensores de las sanciones más fuertes estaban furiosos y culparon a Shannon.

“Nadie está sirviendo como contrapeso a Shannon”, dijo un ex funcionario del Departamento de Estado que todavía asesora a funcionarios de la Administración actual. “Tillerson está demasiado ocupado con Corea del Norte y John Sullivan, el subsecretario de Estado, está demasiado ocupado manejando el Departamento”.

Las frustraciones con el Departamento de Estado también comenzaron a salir a la luz pública.

Rubio, claramente irritado durante una audiencia en el Senado después de la votación en Venezuela, desafió a un alto funcionario del Departamento de Estado que se negó a calificar las elecciones de “ilegítimas”, e insistió en calificarlas simplemente de “defectuosas”.

“Sé que el proceso fue defectuoso”, presionó Rubio. “El resultado es esta nueva asamblea constituyente. No puede haber una Asamblea Nacional legítima y una asamblea constituyente legítima. Si la Asamblea Nacional es la única entidad legítima, la asamblea constituyente por definición es ilegítima”.

Rápidamente aumentó la presión para una segunda respuesta más contundente. Y Shannon, habiendo convencido a Tillerson una vez, no pudo detener a la Casa Blanca dos veces.

“Es casi todo el mundo contra Shannon”, dijo un funcionario estadounidense esta semana, mientras se estaban celebrando las discusiones finales. “Shannon está solo”.

Eventualmente, el jefe de personal de Trump, John Kelly, se unió a Pence y McMaster para derrocar a Shannon y alentar a Trump a firmar el paquete de sanciones anunciado el viernes. Según varias fuentes, Tillerson apoyó la decisión. Y la Casa Blanca entregó el conjunto más severo y más amplio de sanciones que quería el NSC.

Y al final, en lugar de estar allí para presenciar su propia derrota, Shannon se fue de vacaciones.