Jesús Peñalver: Entre el tino y el gusto

Jesús Peñalver: Entre el tino y el gusto

 

Jesús Peñalver @jpenalver

“Quien no evita un error,

pudiendo, es como si ayudase





 a cometerlo”.

Seneca

 

Lamentablemente y por desgracia, sí. Toda música panfletaria y especialmente la usada en el evento, de naturaleza esencialmente política, el pasado lunes 24 de septiembre en el Aula Magna de la UCV, evoca a aquel siniestro y desquiciado milico golpista, quien en vida hizo uso de esos cánticos a su placer.

No se prohíbe a Ali Primera,  ni por asomo. Se cuestiona el uso de su música panfletaria  y de marcado signo comunista, en un acto libertario en el Aula Magna donde se buscaba –se busca-  establecer nuevas bases o plataforma para la recuperación de la democracia venezolana.

Ahora todos -con derecho- descubren aquí sus gustos literarios, plásticos, musicales y artísticos en general. Incluso, encuentran algún mérito en la obra de Alí Primera. Respetable.

Pero desde el punto de vista publicitario, lo del lunes 24 de septiembre en la UCV fue un autogol. Eso creo.

Se trata de no desestimar ningún símbolo que pueda generar impacto, positivo o negativo, en la concurrencia. Es el valor de la propaganda y sus métodos para que el mensaje llega y algún sentido tenga, preferiblemente convenciendo a los destinatarios o receptores.

Por ello no veo debate, observo el reproche de muchos al uso de cierta música con signo socialista-comunista, en un acto político,   de una posible instancia, de suyo también política, que busca reunir a factores de la oposición venezolana y recomponerla en una plataforma unitaria.

Muy distinto es, como le dije a un legítimo diputado, y le pedí no se fuera por las ramas, que no tergiversara ni indujera a confusión, pues él pretendía homologar un símbolo patrio como el Himno Nacional (cantado por el maligno Chávez) a los cánticos de Alí Primera, cuya música los detentadores del poder hoy en Venezuela, han  convertido en icono del ch … abismo.  No se cuestiona el gusto, sino el uso en el acto celebrado.

Más allá del hecho de la música en sí, me preocupa mucho más la profundidad del análisis estratégico de su utilización”, me escribió alguien en la red social Twitter.

Pues bien, le respondí que ando en eso, que he analizado el asunto, revisado mis conocimientos y consultado con expertos y estrategas en la materia, y me he preguntado:

¿Lo hicieron acaso para medir las reacciones, el impacto o el resultado de la agenda musical del encuentro?

¿Alguna mesa o sala situacional decidió el soundtrack del acto que, como dije antes, era de naturaleza esencialmente política?

¿No midieron acaso el resultado; no fueron, a lo mejor, capaces de advertir que la música del cantante de marras generaría ese escozor, lesionaría sensibilidades?

“Criticar que se use la panfletaria música de Alí Primera en evento del Frente Amplio no es distraerse. Por culpa de ese liderazgo que no cuida estos obvios detalles, la ciudadanía tiene que interrumpir la lucha para corregir a quienes deberían señalar el camino”, ha dicho el periodista y escritor Fernando Núñez Noda, y yo no le quito razón.

 

Mi respaldo a cualquier iniciativa, esfuerzo u organización que busque cohesionar a todos los factores de la oposición para enfrentar a la peste que nos acogota, no doblega mi espíritu crítico ni autocrítico; no me disminuye ni me aliena; no me impide observar ni reprochar.

Se trata del poder de los símbolos y del lenguaje. “Es una cuestión de tino político, no de gusto musical”, me ha dicho la inteligente Mara Comerlati.

Y es así. Si se expresa con acierto y valentía el drama que nos mantiene en suplicio, habremos hecho algo en favor de su difusión y solución. Pero es más que eso. No es solo mi opinión. Es que el evento ha debido alcanzar la maravilla de la perfección de su organización, incluso, con su banda sonora.

El dominio del lenguaje, cualquiera sea,  hace posible una mayor eficacia del mensaje sobre el lector. El drama político y social del país se trasciende a sí mismo para convertirse, gracias al poder del lenguaje, en tragedia universal.

Mara tiene razón: “Es una cuestión de tino político, no de gusto musical”.

Jesús Peñalver