Unas sobre otras y sin atención médica: Así viven las mujeres en las cárceles venezolanas (FOTOS)

Unas sobre otras y sin atención médica: Así viven las mujeres en las cárceles venezolanas (FOTOS)

Keylis, de 28 años, arriba, y Hainni, de 17, abajo a la izquierda, en el centro de detención de La Yaguara, en Caracas, conversan con presos varones encerrados a tan solo unos metros de distancia de ellas. Marzo de 2018. Foto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

 

La habitación luce como el resultado de una fiesta que se salió de control: seis mujeres desparramadas en sábanas, con las piernas entrelazadas. Detrás de ellas, hay muros pintados con grafiti y corazones rojos. Si miras de cerca las inscripciones en el muro, entre las declaraciones con garabatos de amor y de nostalgia, conocerás la realidad.





“No espero que nadie me crea, porque yo no creo en nadie”, se lee en un mensaje.

Ya sea que provenga del nihilismo, la falta de esperanza o una sombría resignación, ese sentimiento encaja con el lugar: una cárcel venezolana abarrotada donde las mujeres —la mayoría en espera de un juicio y que se presume son inocentes— aguardan durante meses, incluso años. Aunque la expectativa es que estas mujeres —algunas de ellas embarazadas— sean retenidas durante solo 45 días, las crisis social y política incesantes de Venezuela han causado que esa idea sea solo un recuerdo.

Daniela, en el centro con una franela rosa, cumple una sentencia de cuatro años por robo en un centro de detención abarrotado y con escasos recursos. Marzo de 2018. Foto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

 

Betania abrazando a su hija en un día de visitas en un centro de detención en Caracas. Ella recibió ayuda humanitaria que le permitió amamantar a su hija una vez al día. Febrero de 2017. Foto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

Ana María Arévalo Gosen ha estado documentando a estas mujeres que acaban en prisiones saturadas durante largos periodos como parte de su proyecto Días eternos, una frase que resume una situación en la que la esperanza es elusiva. Arévalo Gosen, una fotógrafa venezolana que ahora vive en Europa, dijo que ella descubrió un mundo apretado de poca luz, sin atención médica, agua o privacidad.

Veintidós mujeres detenidas aguardan juicio durante meses o incluso años en el centro de detención de La Yaguara. Se encuentran hacinadas en celdas de 3×4 metros en donde la mayoría duerme en colchones en el piso. Marzo de 2018. CreditFoto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

 

Una mujer trans herida es obligada a esperar su juicio confinada con presos varones, muchos de los cuales abusan de ella. Enero de 2017. CreditFoto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

“El sistema de justicia, como todo lo demás en Venezuela, no funciona”, dijo Arévalo Gosen, de 30 años y quien produjo el proyecto con una beca Women Photograph + Nikon y una beca de viaje del Centro Pulitzer para Reportaje de Crisis. “Pasan todo el día en pequeñas celdas, sentadas o paradas, pero sin hacer nada. Las embarazadas tienen muchas infecciones, no se pueden mover. No es saludable”.

Arévalo Gosen se concienció sobre las condiciones de estas mujeres hace algunos años durante una conversación con un periodista. A través de conocidos, Arévalo Gosen conectó con un policía que ella afirma le brindó el acceso. Desde ese entonces, ha viajado a varias regiones de Venezuela para seguir con su proyecto y observar cárceles administradas por la policía, así como otras agencias de investigación y de seguridad pública.

Daniela, en el centro con una franela rosa, cumple una sentencia de cuatro años por robo en un centro de detención abarrotado y con escasos recursos. Marzo de 2018. Foto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

 

María, de 35 años, besa a su hija durante las horas de visita en Poli-Valencia, Carabobo. Marzo de 2018. Foto: Ana María Arévalo Gosen / The New York Times

 

Los delitos que pusieron a estas mujeres bajo custodia varían desde el robo y la posesión de drogas hasta la extorsión y el homicidio. Algunas de ellas han estado detenidas hasta tres o cinco años antes de enfrentar un juicio. En otros casos, debido a que las prisiones están tan llenas, algunas han sido regresadas a estos centros de detención para cumplir sus sentencias.

“La policía no está acostumbrada a esto”, dijo ella. “Estos lugares se han convertido en depósitos de criminales y no hay tiempo de procesarlos a todos con rapidez”.

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