Pacientes de diálisis en Venezuela enfrentan un destino incierto por los apagones (Fotos)

William López, un paciente con enfermedad renal de 45 años, espera que la electricidad regrese, en un centro de diálisis, durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. “La impotencia que siento me da ganas de llorar”, dijo López “Algunas personas se duermen mientras están en tratamiento. Yo no, porque tengo miedo de que nunca me despertaré”. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Segundos antes de que William López fuera conectado a una máquina de diálisis, el servicio eléctrico volvió a fallar en Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela.

La falta de diálisis, el tratamiento que elimina las toxinas que se acumulan en la sangre de las personas cuando sufren insuficiencia renal, hace que López se sienta mareado y con náuseas. Como cualquier paciente renal crónico, podría morir si pasa demasiado tiempo sin atención.





Ante la incapacidad de completar su tratamiento ese día, López no tuvo más remedio que regresar a su casa y cuando llegó, tampoco había luz.

“Me da de todo cuando se va la luz, me dan ganas de llorar de la impotencia que siento (…) necesito hacerlo, porque me siento muy mal”, dijo López de 45 años, uno de los 11.000 pacientes venezolanos de diálisis, tratamiento que se ha visto afectado por los frecuentes apagones en el país petrolero.

“Hay gente que cuando está en tratamiento se duerme. Yo no (…) Me da miedo no despertarme”, agregó López.

Venezuela enfrenta una larga recesión con hiperinflación y un deterioro de los servicios públicos, que se reflejó en marzo cuando la nación sufrió masivos apagones.

Con el fin de recuperar la infraestructura eléctrica, el gobierno de Nicolás Maduro aplicó un plan de cortes programados de tres horas que excluyó a la capital, Caracas y a otros dos estados: Vargas y Delta Amacuro, pero en el interior del país la falta de energía supera esas horas previstas.

Una de las ciudades más golpeadas es la sofocante Maracaibo, capital del petrolero estado de Zulia, donde las interrupciones del servicio eléctrico duran más de 10 horas al día.

Los cortes de luz también afectan el bombeo de agua corriente y sin agua no se puede hacer la diálisis, un proceso que requiere de 120 a 140 litros de agua purificada por una sesión, dijeron médicos consultados. El tratamiento recomendado es de tres o cuatro horas, tres veces a la semana.

Los hospitales públicos de Venezuela durante años han brindado tratamiento de diálisis gratis debido a los altos ingresos petroleros y el gasto público, pero cuando la crisis se agudizó, por la caída del precio del crudo y luego de la producción petrolera, ese servicio se vio afectado y ya no todas las máquinas están operativas, dicen médicos.

Nicolás Maduro culpa de los problemas en el sector salud y a la crisis eléctrica a las sanciones impuestas por Estados Unidos que han bloqueado fondos para la compra de insumos y equipos. Pero opositores y especialistas señalan que el deterioro obedece a la corrupción e incompetencia que el gobierno se ha negado a reconocer.

El Ministerio de Comunicación e Información y el Ministerio de Salud no respondieron a la solicitud de comentarios.

“Sin riñones que funcionen la persona no orina o lo hace muy poco y sin orinar no se desechan las toxinas que se acumulan en el cuerpo”, dijo la doctora Beatriz Rosales del Hospital Universitario de Maracaibo. Los líquidos acumulados en el cuerpo pueden irse a los pulmones y provocar un paro respiratorio.

Lesbia Ávila se despertó una mañana sintiéndose mal después de recibir solo una hora y 40 minutos de tratamiento porque el día anterior, debido a la falta de energía, las máquinas no funcionaron en el centro donde se dializa en Maracaibo.

Siente que se asfixia cuando no recibe el tratamiento completo. “Le pido a Dios que el día que me vaya a morir no sea ahogada”, dijo Ávila, de 53 años, mientras descansaba en una hamaca en su casa en un barrio en el oeste de Maracaibo.

Mientras hablaba con un periodista, se puso pálida y comenzó a sudar. “Me siento mal”, agregó con voz apagada, mientras su esposo Miguel Molina, de 64 años, que hasta hace dos meses trabajó como vigilante en una fábrica de repuestos para autos, le arrima a los pies una gaveta vieja de una nevera para que vomite. Poco después, se recupera.

Lesbia Avila de Molina, una paciente de enfermedad renal de 53 años, tiene dolor de estómago en su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. Avila dijo que se había sentido enferma una mañana reciente después de recibir solo una hora y 40 minutos de tratamiento el día anterior debido a la falta de energía y falta de equipo en su clínica de Maracaibo. Ella dijo que siente que se está asfixiando cuando no recibe tratamiento completo. “Solo le pido a Dios que si muero, no será de asfixia”, dijo Avila. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Ávila dice que en el centro de diálisis al cual acude, solo 18 de las 35 máquinas de diálisis están funcionando.

La situación es similar en las 136 clínicas estatales de diálisis en todo el país, dice Carlos Márquez, presidente de la Sociedad Venezolana de Nefrología. Muchas de las 1.600 máquinas del país no están funcionando, señala. El Ministerio de Salud no publica cifras.

Algunos centros privados de diálisis de Maracaibo cobran a los pacientes hasta unos 70 dólares por una sesión de tres horas, dice Antonio Briceño, un paciente de 48 años de edad. Eso equivale a casi un año de salario mínimo.

Aidalis Guanipa, de 25 años, paciente de una enfermedad renal, viaja en autobús después de una sesión de diálisis en un centro de diálisis en Maracaibo, Venezuela, 26 de abril de 2019. “Debería haber nacido rico para poder comprarme un nuevo riñón”, dijo Guanipa Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

“Yo debí haber nacido rica para poder comprarme un riñón”, señala Aidalis Guanipa, de 25 años, quien por su padecimiento renal desde los 17 no pudo culminar su bachillerato.

Ella y su abuela Aída, de 83 años comparten los gastos de la casa. Las entradas de dinero son dos: la pensión de su abuela y la venta de dulces caseros. Día de por medio, viaja dos horas en transporte público para recibir su tratamiento que muchas veces es incompleto por las fallas eléctricas.

“No quiero morir ahogada como me siento ahorita (…) tengo dos días que no me dializo porque no había luz. Sentir este ahogo es horrible, tengo miedo a morir”, agregó Guanipa. Reuters

Una enfermera usa un teléfono móvil mientras espera que la electricidad regrese a un centro de diálisis, durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Una enfermera espera que la electricidad regrese, en un centro de diálisis, durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 13 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Un oficial de policía venezolano le ordena a un hombre que se levante la camisa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Los faros de los automóviles se ven en un vecindario durante un apagón, en Maracaibo, Venezuela, el 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

María Esis, una paciente con enfermedad renal de 52 años, descansa durante una sesión de diálisis en un centro de diálisis, luego de un apagón, en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Un paciente con enfermedad renal espera una sesión de diálisis en un centro de diálisis después de un apagón en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Los pacientes con enfermedad renal esperan con sus familiares, para que regresen la electricidad, frente a un centro de diálisis durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 13 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Un oficial de policía venezolano ordena a un hombre y sus hijos que se muden de la calle donde estaba pidiendo donaciones, durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

María Esis, de 52 años, paciente de enfermedad renal, usa un teléfono frente a su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

María Esis, de 52 años, una paciente con enfermedad renal, se sienta junto a su esposo Lino López, mientras esperan que la electricidad regrese durante un apagón, en su casa en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Maria Esis, de 52 años, una paciente con enfermedad renal, se sienta en su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Lino López, esposo de María Esis, quien padece una enfermedad renal, usa su automóvil para recolectar agua durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, descansa debajo de un árbol después de un día de diálisis, en su hogar en La Concepción, Venezuela, 26 de abril de 2019. “Debería haber nacido rica para poder comprarme un nuevo riñón. “dijo Guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Elimenes Fuenmayor, de 65 años, paciente con enfermedad renal, saluda a otra paciente con enfermedad renal, mientras esperan que la electricidad regrese durante un apagón, frente a un centro de diálisis, en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Elimenes Fuenmayor, de 65 años, paciente con enfermedad renal, espera que la electricidad regrese, mientras su nieto yace a su lado en el piso, en su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Los niños usan teléfonos móviles durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Elimenes Fuenmayor, de 65 años, que padece una enfermedad renal, recibe ayuda de sus hijos cuando sale de su casa para ir al centro de diálisis durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Lesbia Avila de Molina, una paciente de enfermedad renal de 53 años, tiene dolor de estómago en su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. Avila dijo que se despertó sintiéndose enferma una mañana reciente después de recibir solo una hora. y 40 minutos de tratamiento el día anterior debido a la falta de energía y falta de equipo en su clínica de Maracaibo. Ella dijo que siente que se está asfixiando cuando no recibe tratamiento completo. “Solo le pido a Dios que si muero, no será de asfixia”, dijo Avila. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Los pacientes con enfermedad renal esperan con sus familiares para una sesión de diálisis en un centro de diálisis después de un apagón en Maracaibo, Venezuela, 13 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Lesbia Avila de Molina, una paciente de enfermedad renal de 53 años, reacciona durante una sesión de diálisis en un centro de diálisis, luego de un apagón en Maracaibo, Venezuela, el 13 de abril de 2019. Avila dijo que se despertó sintiéndose enferma una mañana reciente después de recibir solo una hora y 40 minutos de tratamiento el día anterior debido a la falta de energía y falta de equipo en su clínica de Maracaibo. Ella dijo que siente que se está asfixiando cuando no recibe tratamiento completo. “Solo le pido a Dios que si muero, no será de asfixia”, dijo Avila. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Elimenes Fuenmayor, de 65 años, paciente de enfermedad renal, reacciona durante una sesión de diálisis, en un centro de diálisis en Maracaibo, Venezuela, 11 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, un paciente con enfermedad renal, reacciona durante una sesión de diálisis, luego de un apagón, en un centro de diálisis en Maracaibo, Venezuela, el 11 de abril de 2019. “Debería haber nacido rico para poder comprarme una nueva. riñón “, dijo guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Lesbia Ávila de Molina, de 53 años, paciente de enfermedad renal, llora por dolor en su casa durante un apagón en Maracaibo, Venezuela, 12 de abril de 2019. Ávila dijo que se había sentido enferma una mañana reciente después de recibir solo una hora y 40 minutos. de tratamiento el día anterior debido a la falta de energía y escasez de equipo en su clínica de Maracaibo. Ella dijo que siente que se está asfixiando cuando no recibe tratamiento completo. “Solo le pido a Dios que si muero, no será de asfixia”, dijo Avila. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Las manos de Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal y su abuela de 83 años de edad, se ven mientras posan para una foto, mientras esperan que la electricidad regrese, a su casa durante un apagón, en La Concepción. , Venezuela, 12 de abril de 2019. “Debería haber nacido rico para poder comprarme un nuevo riñón”, dijo Guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela y con las ventas de dulces caseros. “No he tenido diálisis durante dos días porque no ha habido electricidad. Tengo miedo”. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Una silla se encuentra al lado del equipo de cocina en la casa de Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, durante un apagón en La Concepción, Venezuela, 12 de abril de 2019. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, prepara su desayuno, antes de un día de diálisis, en su casa, durante un apagón en La Concepción, Venezuela, 29 de abril de 2019. “Debería haber nacido rico para poder comprar. Yo un nuevo riñón “, dijo guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. “No he tenido diálisis durante dos días porque no ha habido electricidad. Tengo miedo”. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, se encuentra en su casa durante un apagón en La Concepción, Venezuela, 12 de abril de 2019. “Debería haber nacido rica para poder comprarme un nuevo riñón”, dijo Guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. “No he tenido diálisis durante dos días porque no ha habido electricidad. Tengo miedo”. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, posa para una foto con su abuela de 83 años, mientras esperan la electricidad para regresar a su casa durante un apagón en La Concepción, Venezuela, 12 de abril de 2019. ” Debería haber nacido rico para poder comprarme un nuevo riñón “, dijo Guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela y con las ventas de dulces caseros. “No he tenido diálisis durante dos días porque no ha habido electricidad. Tengo miedo”. REUTERS / Ueslei Marcelino

 

Aidalis Guanipa, de 25 años, una paciente con enfermedad renal, posa para una foto después de una sesión de diálisis, cerca de su hogar en La Concepción, Venezuela, 26 de abril de 2019. “Debería haber nacido rica para poder comprarme un nuevo riñón. “dijo Guanipa. Se las arreglan con la pensión de su abuela de 83 años y con las ventas de dulces caseros. “No he tenido diálisis durante dos días porque no ha habido electricidad. Tengo miedo”. REUTERS / Ueslei Marcelino