Irene Olazo Mariné: Lo que hay detrás de un preso político

Irene Olazo Mariné: Lo que hay detrás de un preso político

 

Estoy segura que muchos se preguntarán cómo es la vida cuando en la familia hay un preso político. Son cientos de familias que hoy viven esta realidad, y han sido miles que han pasado por esta situación. He tenido la oportunidad de conocer a muchas familias, pero también a algunos presos que han logrado su libertad y, les soy franca, es una situación que no quisieran pasar.

Todo comienza con un abuso de poder en donde la impotencia se adueña de tu ser, sólo ves a través de la mirada de quien realiza la captura el odio y el resentimiento mezclado con unas ínfulas de poder, posterior ese detenido es maltratado física y psicológicamente, y comienzan a entender que su vida depende de unos pocos y su estado de ánimo, porque ven constantemente como se violan los derechos humanos.





Si el detenido corre con suerte, es posible que le den acceso a un abogado y que, al pasar algunos días puedan ver a su familia. Pero esto no es el común denominador. Lo que casi siempre ocurre es que se les niega el derecho a un abogado privado y les asignan un defensor público; luego son aislados por unas tres a cuatro semanas con la excusa que está en un “proceso de adaptación al centro de reclusión” -que no es más que un tiempo para que sanen los golpes y evidencias del maltrato-, además es el inicio de la tortura psicológica al grupo familiar.

Pero esto no queda allí: hay algunos casos más duros donde desaparecen por semanas al capturado, los torturan hasta casi la muerte (algunos mueren y son revividos para seguir con las torturas), se les niega el derecho a la atención médica o comunicación con su familia, y continua un camino tortuoso para todo el núcleo familiar.

Al principio hay una mezcla de sentimientos entre dolor y preocupación pero están fuertes y unen todas las energías para lograr un objetivo, dejan a un lado las diferencias y el enfoque es lograr llegar a donde esta ese familiar detenido que se encuentra desaparecido; va pasando el tiempo y se comienza a sentir una mezcla de desesperanza y miedo, porque casi siempre existen amenazas para la familia, y las fuerzas van disminuyendo mientras te va arropando un sentimiento de impotencia con rabia y esa unión familiar ya no es tan sólida, ahora cada integrante piensa distinto y, cuando los demás no actúan como él quiere, empiezan las discusiones internas que no son más que el fruto de la desesperación.

He conocido casos donde, incluso, la familia comienza a separarse y se crean conflictos internos por la misma angustia de ver cómo no hay justicia, porque el deber ser legalmente no es, las instituciones no funcionan, los lapsos no se cumplen, los derechos fundamentales ya no existen.

Hay quienes se adueñan del preso político, otros que se esconden por el gran temor de que los dañen o a su familiar detenido evitando así que el caso sea conocido. Hay otros que, por el contrario, luchan y defienden la libertad de su familiar a pesar de todos los riesgos que esto representa, y ¿saben? todas las posturas son válidas.  Hay que estar es esos zapatos para comprender que cada uno actúa según su personalidad, convicción, conocimiento, fortalezas o debilidades, sin importar cuál aptitud optes ya eres parte de esa red maquiavélica que sólo busca destruir.

Para Dios la institución más sagrada es la familia incluso antes que la iglesia, y el enemigo busca destruir esa institución a como dé lugar, y viendo lo que ocurre en Venezuela me atrevo a afirmar que es una gran lucha espiritual lo que se vive.

Por otra parte, el detenido sufre mucho, sin lugar a dudas. Pero creo que la familia lleva la peor parte. Debe pasar sus días tratando de sobrevivir en el país con mayor inflación del mundo, debe buscar no sólo sus alimentos sino también los del detenido que en su mayoría deben ser perecederos así como también -cuando se le puede llevar comida- siempre se trata que sea balanceado, nutritivo y con muchas vitaminas, porque no es buena la comida que le dan a diario en esos centros y la mayoría de los presos políticos tiene el colesterol alto.

A la familia le toca también sufrir la humillación y vergüenza del maltrato que muchos funcionarios les dan al momento de la visita: los revisan, los filman, los vigilan, y aún así soportan esa humillación con la cabeza bien en alto. Si el detenido necesita un libro, o una película, ropa, entre otras cosas, el familiar debe sacar tiempo, dinero y esfuerzo que es realmente sobrenatural, y sin pensar los que padecen de alguna enfermedad.

El familiar va dejando a un lado su vida propia porque las condiciones del país se consumen el mayor tiempo tratando de resolver lo que en cualquier parte del mundo es normal para que a ese preso no sufra más de lo que ya le ha tocado vivir. Y es que ¿cómo le dices a un padre, hijo, esposo (a) que no lo haga? Ahora sólo imaginen que el detenido se encuentra en un centro de reclusión alejado en otro estado: si el sólo hecho de tratar de viajar dentro de Venezuela ya es un grave porque no hay pasajes, las carreteras son muy peligrosas, no hay gasolina y un sin números de dificultades y esto lo procuran hacer semanal o tal vez quincenal, solo imaginen el agotamiento físico y mental.

He visto muchos casos que a pesar del esfuerzo que realizan, los matrimonios son destruidos con toda esta situación, muchos conocidos que hoy día permanecen tras las rejas injustamente y lamentablemente sus parejas no aguantaron más la presión, porque estoy segura que no fue que se acabó el amor, simplemente creo que es la consecuencia de la tortura a todo el núcleo familiar. Si hay hijos pequeños para ellos es aún más difícil, porque ¿cómo le explicas a un niño lo que ocurre en Venezuela y por qué hay presos políticos? Son muchas las veces que suspenden las visitas y esas criaturas quedan sin poder abrazar a su padre o madre quien sabe hasta cuándo porque no se respetan los régimen de visitas.

Es decir, la situación para el familiar de un preso político es insostenible en el tiempo, termina siendo o la destrucción del núcleo familiar o el desgaste irrecuperable de esa persona. Siempre escuchamos hablar de los presos políticos como las víctimas del régimen, pero créanme son parte, porque yo particularmente considero que la familia también es víctima de torturas psicológicas y maltrato emocional que conlleva a un desgaste físico.

Así que si hay más de 700 presos políticos súmenle a esto su núcleo familiar y la cifra será alarmante.

Los invito luego de leer estas líneas que si tiene la posibilidad de tenderle una mano amiga algún familiar estoy segura que aliviara un poco esa carga y podremos así tratar de apoyar a ese grupo familiar antes de que sea tarde y veamos una familia más destruida. Trabajemos por mantener esa institución tan sagrada para Dios “LA FAMILIA” y nunca olvides a los presos políticos y su familia.

Irene Olazo Mariné