Paola Bautista: Nuestro camino hacia la democracia

Paola Bautista: Nuestro camino hacia la democracia

Es bien conocida la fotografía que inmortalizó la firma del Pacto de Puntofijo. Rafael Caldera, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt estrechan sus manos y sellan así su compromiso con la recién inaugurada democracia. La imagen, además de registrar el triunfo de la civilidad, recoge años de lucha y de aprendizaje. Su camino hacia la democracia fue largo y “en zig-zag”. La gesta histórica que lideraron nuestros héroes civiles comenzó en 1928 -quizás antes- y la imagen que da inicio a mi reflexión fue tomada en 1958. Tres décadas separan las ansias de libertad de la alegría de alcanzarla.

Cuando la dictadura se empeña en asfixiarnos conviene acudir a quienes nos han precedido en la historia. Debemos recurrir a quienes en las horas más oscuras fueron campeones en la perseverancia y maestros en la generosidad. Mis reflexiones están especialmente dirigidas a los justicieros de todo el país, sin embargo, están abiertas a nutrir el espíritu de nuestros hermanos en los distintos partidos políticos que comparten nuestros anhelos, dilemas y amenazas.

A partir de 2016 el régimen presionó el acelerador autocrático. Nuestro triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015 evidenció los deseos de cambio del país y el fracaso histórico de la Revolución Bolivariana. Ese hito impulsó el talante autocrático de quienes pretenden dominarnos. Han sido cinco años difíciles. Los justicieros enfrentamos la persecusión, el exilio y la muerte. El ácido represor nos ha hecho crecer en el dolor y con humildad hemos puesto nuestro sufrimiento al servicio de la liberación de Venezuela.





En 2020 el régimen decidió cerrar las puertas a cualquier proceso electoral con algún tipo de garantías y a una negociación honesta que sirviera de mecanismo para resolver nuestros problemas. No solo nos ilegalizaron, después compraron la conciencia de tres diputados y pretenden desarticularnos. El arrebato de nuestra tarjeta electoral por vía de terrorismo judicial es expresión del carácter totalitario de la Revolución Bolivariana. Si bien su objetivo inmediato es simular un entorno democrático que permita convocar a unas falsas elecciones para aparentar legitimidad interna y externa, su verdadero fin es hacerse de nuestra conciencia. Quieren eliminar los espacios en donde crecemos en humanidad y nos donamos libremente a los demás.

Siendo esta la situación, debemos preguntarnos sobre nuestro rol histórico como venezolanos -¿Qué medemanda el país en estos momentos?- y como partido político -¿Qué nosdemanda el país en estos momentos? No hay respuesta sencilla y haré el esfuerzo de aproximarme a ella en dos planos: el plano personal y el plano comunitario.

Comenzaré por el primero: el plano personal. Quienes somos políticos respondemos a una vocación que es personalísima. La decisión de donarme a través de lo público es absolutamente libre e individual. Cada uno de nosotros ha descubierto su llamado en momentos y de modos distintos, sin embargo, una vez que decidimos responder con generosidad nos encontramos con una misma realidad: no podemos vivir ni un día de nuestras vidas sin, al menos, pensar en la política y en nuestro país.

En democracia desarrollamos nuestra vocación a través de los partidos políticos. Eso impone desafíos asociados la vida partidista: construir un liderazgo, crecer en la estructura interna, contribuir con el proyecto político de la organización. Todo esto con el fin de lograr ser candidato a algún cargo de elección popular, ganar los comicios y alcanzar posiciones de poder que nos permitan servir más y mejor al país. En ocasiones, puede aparecer la tentación de asociar la plenitud de nuestra vocación política a un cargo concreto y/o a un triunfo electoral. Esa visión es corta y la experiencia del fin de la democracia nos confronta con sus límites. Desde esta perspectiva, el fin de la democracia significa necesariamente el fin de la política. Y la historia nos demuestra que no así.

Políticos que han enfrentado y derrotado a dictaduras feroces lograron que su vocación política se desarrollara en entornos hostiles. Felipe González -líder del Partido Socialista Obrero Español y precursor de democracia en España- nació en 1942. Llegó al mundo cuando el franquismo estaba instalado en el poder. Encontró cauces para desarrollar su vocación política en una organización política proscrita y perseguida. Se mantuvo firme y cuando se abrieron las puertas de la transición, se encontró en la vanguardia de las fuerzas democráticas. Prontamente llegó a la Presidencia de Gobierno y sirvió allí durante 14 años. También tenemos ejemplos cercanos: Rómulo Gallegos, nuestro primer Presidente democráticamente electo. Nació en 1884, en una Venezuela fragmentada y caudillesca. En sus propias palabras: barbárica y salvaje. La adversidad nunca fue un obstáculo para el desarrollo de su vocación política ni de sus talentos literarios.

El difícil escenario que enfrentamos nos obliga a reflexionar sobre nuestra vocación: ¿Por qué somos políticos? ¿Para qué dedicamos gran parte de nuestro tiempo a lo público? La muerte de la democracia nos exige abrir nuevos horizontes y despojarnos de cualquier techo que nos hayamos impuesto. En dictadura, la plenitud de nuestra vocación política es profundamente humana y está asociada a nuestra contribución con la causa de la libertad. Desaparecida -por los momentos- la opción electoral, ocurre lo que refirió con firmeza el diputado Juan Pablo Guanipa en la rueda de prensa del 15 de enero de 2020: “Tenemos la conciencia libre y trabajamos por el país buscando como única recompensa alcanzar la democracia”.

Pasemos ahora al plano comunitario:En estos duros momentos ¿Qué le demanda el país a Primero Justicia? Las dictaduras proscriben a los partidos políticos. Buscan eliminar a sus adversarios y dominar nuestros modos de articulación. Sin embargo, existe una realidad superior a sus ambiciones: nuestra dimensión social y nuestra vocación al bien común.

En la historia encontramos que a la ilegalización de los partidos le sigue -casi de manera natural- el surgimiento de los movimientos políticos. Nuestros deseos de libertad y de democracia no responden a una figura jurídica ni dependen de la voluntad del Estado.Por eso los ataques que hemos sufrido están destinados a fracasar. Los movimientos son espacios libres para la organización política y social que buscan la liberación democrática. Su principal activo es su autoridad moral. “Solidaridad” (Polonia) fue liderado por Lech Walesa y “Charter 77” (Checoslovaquia) por Vaclav Havel. El primero era líder sindical, el segundo era escritor. Ambos dieron testimonio de fortaleza espiritual y supieron guiar a sus pueblos hacia la libertad. No tenían dinero, bienes o medios de comunicación. Tenían la fuerza de la verdad y el poder de su testimonio liberador.

Venezuela exige construir caminos que nos permitan resistir y avanzar. Para hacerlo, Primero Justicia debe abrir puertas a un Movimiento que trascienda y apueste a la recuperación democrática. El Movimiento por la Justicia de Venezuela será nuestro núcleo resistente. Una comunidad unida en la esperanza y en las ideas centrohumanistas. El lugar en donde libremente daremos cauce a nuestra vocación de servicio. Un espacio para la donación y para la humanización de todos los venezolanos. Un espacio libre y liberador.

Con orgullo afirmo que tenemos todo lo que se requiere para dar este importante paso. Por eso el régimen se ensaña en nuestra contra. Nos hemos preparado política y espiritualmente para este momento y tenemos herramientas para encontrarle sentido a los desafíos que vamos a enfrentar. La dictadura no ha logrado -ni logrará- vencernos. Los justicieros nos mantenemos firmes en nuestras convicciones e identificamos tres razones que nos impulsan a seguir adelante.

La primera razón es de orden moral. En nuestro acervo histórico permanecerá siempre la entrega de Fernando Albán, la perseverancia de Juan Requesens, la rectitud de Juan Pablo Guanipa y la valentía de nuestros exiliados. Somos el partido que no se arrodilló frente a la institucionalidad fraudulenta de la Asamblea Nacional Constituyente. Somos el partido que ha sabido actuar conforme a sus principios en momentos de alta tensión. Somos el partido que ha sabido entregarle a Venezuela todo su sufrimiento en aras de la libertad. Nuestra conciencia permanece inquieta frente a tanta injusticia y exige un futuro mejor para todos los venezolanos. Cuando evaluemos nuestras motivaciones acudamos a nuestra historia reciente y llenémonos de orgullo al encontrar la reserva moral que nos impulsará a cumplir con los desafíos que nos impongan quienes jamás lograrán tener nuestra conciencia.

La segunda razón es de orden histórico. Asumimos con responsabilidad y con valentía el compromiso de liberar a Venezuela. Como dignos herederos de nuestros héroes civiles, daremos una lucha de largo aliento sin ponerle fecha de caducidad a nuestra esperanza. Venceremos las injusticias y construiremos un sistema de libertades que honrará la dignidad de cada venezolano. En el futuro, cuando se escriba la historia de nuestro país, se encontrarán líneas dedicadas a nuestra entrega desprendida y a nuestros triunfos parciales y definitivos. Liberaremos Venezuela y participaremos en elecciones libres. Una vez ganada la democracia, la voluntad del pueblo venezolano reconocerá nuestros esfuerzos con votos de agradecimiento que nos permitirán liderar el necesario camino de reconstrucción.

La tercera razón es de orden humano. Venezuela está hundida en la peor de las miserias. El socialismo ha sido, es y será devastación y muerte. La solución real a los problemas económicos y sociales que nos azotan pasa necesariamente por una transformación política del país. Urge un cambio de modelo. Urge abrir las puertas a la democracia. Sin democracia no habrá prosperidad real y reinará la desigualdad perversa que hoy nos somete. No nos podemos dar el lujo de abandonar la pelea mientras haya niños que mueren de hambre y venezolanos que sufren por falta de medicinas. No podemos bajar los brazos mientras el país está sometido a los embates de la pobreza. Nos mueven deseos de prosperidad y desarrollo que solo serán posibles si perseveramos en la lucha democrática.

La pregunta inmediata a las razones expuestas -morales, históricas y humanas- es de naturaleza práctica. Cómo concretar nuestros deseos de lucha en acciones concretas que contribuyan con la liberación del país. La tarea de materializar nuestros anhelos nos convoca a todos. Es un llamado para quienes aún podemos permanecer en el país y para quienes dolorosamente han tenido que dejar suelo patrio. La ruta la tenemos que construir juntos con realismo y con generosidad.

En mi caso concreto, veo con claridad que me corresponde fortalecer las ideas que nos unen y apoyar fielmente a la estructura del núcleo resistente de nuestra organización. Me llena de ilusión y de esperanza recorrer el país y encontrarme con cada uno de ustedes. Tenemos tantas cosas que aprender y tantos temas sobre los cuales debemos reflexionar. Veo con optimismo el futuro cercano porque sé que nos hará mejores. Será difícil, lo sé. Pero también sé que Dios guarda a sus mejores soldados para las batallas más difíciles.

Para terminar quiero volver a la fotografía del inicio: Caldera, Villalba y Betancourt estrechando manos después de suscribir Puntofijo. Espero que mis reflexiones sean punto de partida e impulso para seguir construyendo nuestra camino hacia la democracia. Los animo a pensar en la foto que inmortalizará nuestro triunfo. No sé cómo será, ni quiénes saldrán en ella. Pero les aseguro que nosotros habremos contribuido en cuerpo, alma y corazón en tan noble causa. Y de esa manera, nuestra vocación política alcanzará su plenitud. Le entregaremos a nuestros hijos una Venezuela libre como Rómulo Gallegos la imaginó: “tierra ancha y tendida, toda horizontes como la esperanza, toda caminos como la voluntad”.


Paola Bautista de Alemán
Miembro de la Dirección Nacional de Primero Justicia
Presidente de la Fundación Juan Germán Roscio
@paoladealeman