Corría el año 1945, cuando el dirigente comunista húngaro Mátyás Rákosi puso en marcha lo que denominó szalámitaktika, es decir, la táctica del salchichón.  La misma consistía en ir dividiendo e infiltrando a los partidos políticos existentes en Hungría hasta conseguir implantar una dictadura comunista.  En primer lugar, se acusaba de fascistas a los elementos más brillantes de cada partido de tal manera que éstos quedaban debilitados y acababan dirigidos por personajes de ínfima categoría.  En segundo lugar, los comunistas realizaban una labor de entrada clandestina en otros partidos de tal manera que, en poco tiempo, el panorama político quedara reducido a fuerzas incapaces de hacer oposición y a fuerzas dispuestas únicamente a seguir las directrices comunistas.

Así, en 1948, sólo parecía tener cierta fuerza aparte de los comunistas el partido socialdemócrata húngaro, pero éste se hallaba ya tan infiltrado que aceptó la fusión con los comunistas de Rakosi.  Surgió así en 1948 el denominado partido de los trabajadores húngaros que liquidó la democracia húngara y la sustituyó por una nueva entidad denominada la República Popular de Hungría.  La citada república no pasó de ser una dictadura comunista que se extendió de 1949 a 1989.  No cabe duda de que la táctica del salchichón había dado resultado.

Quien escribe estas líneas desearía que semejante supuesto jamás sucediera en Estados Unidos, pero la realidad es que está convirtiéndose en una perspectiva más cercana que nunca.  Permítaseme explicarme. En marzo de este año, el antiguo presidente Obama se reunió con el candidato socialista Bernie Sanders a fin de que abandonara la carrera por la nominación demócrata para las elecciones presidenciales y dejara el camino libre a Joe Biden.  A inicios de abril, efectivamente, Sanders renunció a continuar compitiendo con Biden, pero sólo a cambio de que se le entregara un extraordinario peso en la dirección del partido.  De esa manera, la supuesta derrota de Sanders se convirtió en una victoria y en el paso previo a la conquista del partido por el sector socialista.





A día de hoy, Biden y Sanders ya han repartido los asientos de los comités que diseñarán la política del partido demócrata para los años posteriores a 2020.  Los citados comités corresponden a cambio climático, reforma de la justicia penal, educación, economía, sanidad e inmigración.  Faiz Shaki, el antiguo jefe de campaña de Sanders, ha alabado al equipo de Biden al que ha calificado de muy llevadero y abierto.  Para Shalki, resulta obvio que los denominados progresistas van a determinar la agenda política de Biden en los próximos meses.  Según Shaki, la integración de la gente de Sanders no sólo llevará el reloj atrás, al momento en que fue elegido Trump, sino que transformará el país.  Shaki no exagera lo más mínimo.

Los comités se reunirán antes de la convención nacional demócrata en agosto y elaborarán las recomendaciones para Biden y el comité de la plataforma de la convención nacional demócrata.  Por añadidura, el socialista Sanders tendrá voz y voto en la selección en las personas que servirán en el gobierno federal si Biden llega a la Casa Blanca.   El reparto es harto revelador.  Así, en el comité de cambio climático, Biden cuenta con cinco personas mientras que Sanders tiene tres incluidas la congresista Alexandria Ocasio-Cortez que ha dado fecha para el fin del mundo si no se produce una sumisión a las tesis de los calentólogos, Varshini Prakash, co-fundador del grupo juvenil Sunrise Movement y Catherine Flowers, fundadora del Center for Rural Enterprise and Environmental Justice, otro colectivo creyente firme en los dogmas de la calentología.

En el comité para la justicia penal, Biden tiene 4 personas y Sanders 3 que son Chiraag Bains, copresidente de la fuerza de trabajo (task force co-chair) y director de estrategias legales en el think tank izquierdista Demos; Stacey Walker, supervisor en Linn County, Iowa y co-presidente en Iowa de la campaña de Sanders y el abogado y congresista estatal de Carolina del sur Justin Bamberg.

En el comité de economía, Biden tiene cinco personas entre ellas la representante Karen Bass (D-CA), la copresidenta de la fuerza de trabajo y presidenta del Black Caucus del congreso y Sonal Shah, director de política de la campaña del candidato gay Pete Buttigieg.  Sanders  cuenta con tres que son Sara Nelson, presidenta de la Association of Flight Attendants-CWA, Stephanie Kelton, profesora de economía y política pública en la Stony Brook University y una encarnizada partidaria de la intervención pública en la economía y Darrick Hamilton, profesor  de economía en la Ohio State University que ha enfocado su labor en la lucha contra la desigualdad económica y la estratificación socioeconómica.

En el comité de educación, Biden cuenta con cinco miembros que se reducen fundamentalmente a sindicalistas y a la copresidenta del caucus negro en el congreso y Sanders tiene a Heather Gautney, co-presidenta de la fuerza de trabajo y asesora de Sanders, a Alejandro Adler que procede del Center for Sustainable Development de la Columbia University, otra entidad entregada a la difusión del evangelio de los calentólogos, y a Hirokazu Yoshikawa, profesor de la New York University.

En el comité de sanidad, Biden tiene cuatro miembros y Sanders cuenta con tres: la representante Pramila Jayapal (D-WA), co-presidenta del caucus progresista del congreso; el Dr. Donald Berwick, antiguo director de los Centros para los servicios de Medicare y Medicaid y el Dr. Abdul El-Sayed, antiguo candidato a gobernador de Michigan.

En el comité de inmigración, Biden cuenta con cinco miembros de los que tres son hispanos y Sanders con tres que también lo son:  Marielena Hincapié, copresidenta de la fuerza de trabajo y directora ejecutiva del National Immigration Law Center; Marisa Franco, directora del grupo progresista de Latinx (sic) Mijente y Javier Valdés, director co-ejecutivo del grupo progresista de inmigración Make the Road.  Se mire como se mire, parece que la única inmigración que interesa a los demócratas procede del sur del río Grande.

Cuando se examinan con atención todos los nombres salta a la vista que toda la gente de Sanders es partidaria de la agenda globalista en áreas como la ideología de género, el control de la economía, la calentología y la inmigración de puertas abiertas.  Sin embargo, la gente de Biden no es, en términos generales, más moderada.   A decir verdad, la moderación y el centrismo han sido expulsados del partido demócrata a juzgar por la composición de estos comités.  De hecho y de manera bien significativa, el resto de corrientes dentro del partido demócrata ha sido totalmente excluido en favor de los socialistas de Sanders.

Guste o no, hay que reconocer que la carrera de Bernie Sanders en los últimos años ha sido verdaderamente prodigiosa.  Un personaje que ni siquiera viene del partido demócrata sino de un pasado comunista y pro-soviético saltó a la fama internacional durante la campaña por la nominación en 2016.  Desde entonces Sanders ha conseguido ir creando una coalición de fuerzas que apoyan fanáticamente todos los postulados de la agenda globalista, que a ello suman una visión socialista y que utilizan tácticas de infiltración comunista.

Su gran jugada fue aceptar el ofrecimiento de Obama para retirarse de la carrera para la nominación presidencial a cambio de entrar en todos los comités que marcarán la política de Biden si llega a la Casa Blanca y del partido demócrata después de 2020.  Semejante entrada se ha traducido ya en la expulsión a las tinieblas externas del resto del partido demócrata – comenzando por los moderados blue dogs – y en la cristalización de unos comités en los que Sanders podrá imponer de manera cómoda sus puntos de vista.  Por añadidura, la presencia en esos comités se está traduciendo ya en que en el legislativo de Estados Unidos, de manera creciente, los candidatos a las elecciones por el partido demócrata serán de manera creciente socialistas.

No sólo eso.  No deja de ser significativo el hecho de que colectivos como los negros, los gays, los hispanos, los asiáticos, los socialistas o los musulmanes cuenten en todos y cada uno de los comités con una representación mayor de su peso demográfico en el conjunto de la sociedad.

Añádase que la selección de comités es un reflejo nítido de la agenda globalista.  Curiosamente, existe una ausencia de temas de enorme relevancia para la aplastante mayoría de la nación como el empleo, el orden público o la política exterior, pero hay una incidencia en controlar lo que siempre controlaban los partidos comunistas: la administración de justicia, la educación o la planificación económica por parte de una burocracia.

Los socialistas de Sanders – si es que Sanders es quien verdaderamente dirige este movimiento – tienen la intención nada oculta de imponer el adoctrinamiento de la sociedad desde la infancia, de convertir en dogma indiscutible la ideología de género, de controlar la economía con el pretexto de la calentología y bajo la etiqueta temible del Green New Deal, de generalizar una interpretación de la ley que permita violarla de forma sistemática, de abrir las fronteras masivamente a la inmigración hispana para que cambie el paisanaje de Estados Unidos y se asemeje al de Hispanoamérica, de dividir la sociedad en líneas raciales para mantenerla dividida y más fácil de dominar y de crear clientelas electorales que les permitan perpetuarse en el poder.

Todo ello al servicio de una agenda globalista encantada de acabar con la primera democracia de la Edad contemporánea.

Todo ello de acuerdo con la estrategia comunista del salchichón devorando rodaja a la rodaja hasta que la dictadura sea una realidad poderosa e irreversible.

Todo ello gracias a la ceguera, la demagogia y la ignorancia de los actuales dirigentes del partido demócrata, un partido que necesita de manera urgente, por su bien y el de Estados Unidos, una reorientación en su línea tradicional e histórica de gallarda defensa del hombre corriente y  todo ello gracias a unos medios de comunicación que parecen no captar las consecuencias para ellos de un poder socialista

Hay mucho en juego en las próximas elecciones presidenciales y lo hay porque los socialistas ya han comenzado a comerse el salchichón y no pararán hasta devorarlo por completo implantando su dictadura.  Si, efectivamente, el amable lector desea alcanzar ese resultado que no lo dude y vote a Joe Biden porque Biden, un personaje que aparenta tener muy disminuidas las facultades mentales, está ya en manos de los socialistas y no parece lamentarlo.


César Vidal es historiador y escritor; tiene doctorados en Historia, Derecho, Filosofía y Teología y es miembro del Directorio del Interamerican Institute for Democracy y de la Academia norteamericana de la lengua española.

Este artículo fue publicado originalmente en Interamerican Institute for Democracy el 8 de julio de 2020