Casi 700.000 hogares y negocios en Texas, Louisiana y Mississippi están a oscuras después de perder energía debido a Delta, que azotó la costa del Golfo de Estados Unidos como un huracán y desde entonces ha sido degradado a depresión tropical.
Por NBC News
Según el agregador de datos PowerOutage.us, 685,195 clientes de servicios públicos estaban sin electricidad en los tres estados a las 2:40 pm ET del sábado.
Eso fue inferior a los casi 750,000 hogares y negocios que tuvieron cortes de energía el sábado anterior. El mayor número de cortes se encuentra en Louisiana con más de 546,000.
Delta tocó tierra el viernes por la noche como Categoría 2 cerca de Creole, Louisiana, con vientos máximos sostenidos de 100 mph. Solo seis semanas antes, la zona costera de Luisiana fue azotada por el huracán Laura.
Luego, la tormenta se movió directamente sobre Lake Charles, una ciudad costera a unas 30 millas tierra adentro donde casas y edificios ya fueron dañados por Laura.
Se espera que la tormenta siga hacia el noreste a través de los valles del Bajo Mississippi y Tennessee, trayendo “vientos destructivos e inundaciones peligrosas”, según el Servicio Meteorológico Nacional.
Partes del sureste continuarán viendo fuertes lluvias, lo que resultará en inundaciones repentinas. También es posible que se produzcan algunos tornados en el área, mientras que a Nueva Inglaterra se le recomendó prepararse para tormentas eléctricas fuertes a severas.
El alcalde de Lake Charles, Nic Hunter, quien viajó a la llegada de Delta al centro de la ciudad, dijo que las lonas volaban de las casas en toda la ciudad y que las pilas de escombros estaban siendo arrastradas, algunos de ellos flotando en la ola de agua del océano.
“Estoy en un edificio en este momento con una lona encima y solo el sonido de la lona batiendo el edificio suena como si alguien golpeara con un mazo en la parte superior del edificio”, dijo Hunter. “Es bastante intenso”.
En el lago Arthur, los vientos de Delta despegaron las tejas del techo de L’Banca Albergo, un hotel boutique de ocho habitaciones en lo que solía ser un banco.
“Probablemente no me quede ni una teja en la parte superior de este hotel”, dijo la dueña Roberta Palermo mientras soplaba el viento afuera.