Desconcertante inicio, ¡22 años! que fastidio, por @ArmandoMartini

Desconcertante inicio, ¡22 años! que fastidio, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Estreno peliagudo, espinosa instalación en Venezuela de una Asamblea Nacional que muy pocos reconocen, y clima de batalla en Estados Unidos, que finalmente juramentará a Joe Biden como el cuadragésimo sexto presidente y Donald Trump -a quien, debemos estarle agradecidos, excepto, los castro-maduristas que aún quedan- se retira a sus aposentos de Florida o Nueva York, dando mucho de qué hablar. 

Este comienzo será de pronóstico reservado, para jalarse los pelos, pero siempre esperanzado. Calma y cordura pedía aquél general que asumió el poder tras la muerte de Gómez, pero los venezolanos de hoy llevamos veintidós años de omisión negligente y desidiosa, demasiados embustes, negociados oscuros, complicidad, traiciones, permisividad, agitaciones esporádicas del monopolio infame y perverso G4, certificando son parte del problema que no nos han llevado a ninguna parte, aunque sí al afincamiento de la represión, aumento de presos políticos, exilados por montones, innumerables torturados y muchos muertos.

En Gringolandia los demócratas disfrutarán de una línea completa de poder, con el mundo atento en la Vicepresidencia, producto de la mezcla estadounidense, piel de color subido, hija de india tamil y jamaiquino. En Venezuela, habrá chispas entre sectores, y aunque no tenga poder ejecutivo real, el interino sigue navegando sin rumbo, perdido entre tinieblas, felonías, defecciones, deambulando en ilusas e irreales conversaciones, ofrecimientos mágicos y encantamiento embaucador; mientras el castro-madurismo se oxigena. No obstante, por mucho que grite, proclame, sigue boqueando por el coronavirus, pegado contra la pared por una situación política, económica, moral y social cada día peor.





Acuartelados y con expectativas, iniciamos como perro con hambre: boca abierta y resollando. ¿Qué inventarán Raúl Castro deshaciéndose de viejo, el natural en La Habana y el de adopción y sumisión en Miraflores?

Nadie imaginó en 1998 cuando las mayorías cambiaron al antipático, prepotente pero inteligente y eficiente ejecutivo por el militar fracasado, reprobado en cursos básicos de formación castrense. Los partidos tradicionales enloquecieron, se volvieron agüita blanda y amarga, se dieron con la puerta en las narices y abandonaron, saliendo en carrera hacia la planicie de Carabobo, sin caballo ni ideas.

Ingenuos e ignorantes y pendejos habituales, ni siquiera pensaron llegarían 22 años de chavismo; mucho menos, en permanente retroceso, destruyendo industrias, arruinando a PDVSA, sembradíos, ganaderías, comercios, marcas tradicionales hasta llegar a la virtual desaparición del Bolívar, que cada día pierde más frente al dólar, ahogándonos en una inflación tan intensa como abrumadora, que arrastra incluso a la moneda estadounidense.

Tapabocas como símbolo nacional y coronavirus incontrolable como plaga revolucionaria, Venezuela sigue acelerando en el precipicio en el cual caemos, sin remedio. Vamos en bajada enfermos, hambrientos, heridos, golpeados y con amenaza de una peste tan mala como el castrismo, ¡y ya llegamos al vigésimo segundo año! que, sin duda, ha dañado mental y psicológicamente a un porcentaje importante de la población. Cierto que los cubanos se están calando la revolución del desastre desde hace sesenta años, y nosotros en comparación ya nos tragamos la tercera parte. Pero con Fidel y Chávez muertos, Raúl Castro envejeciendo, octogenario cuyo mejor destino sería llegar a los 90 años, ni su hijo que dicen más o menos maneja la isla, ni el aparato de baja formación, ni los militares de allá ni de acá, parecen lograr siquiera una ventaja.

¡Qué desgracia! ¡Qué vergüenza!, tiempos aciagos, periodos empobrecidos y aunque algunas cosas parecen pasarán, todo lo demás indica que seguiremos, en cuarentena chavista, como desde 1999: compenetrados con el desastre.

El régimen siniestro tiene control, define y establece reglas; ya los correlones, salta talanqueras y perjuros están desfilando despavoridos, abandonando al imaginario que se dejó arrebatar la oportunidad histórica al dejarse utilizar por sinvergüenzas politiqueros y mediocres sedientos de riqueza súbita. 

La indignidad y falta de juicio comienza por el oficialismo, pero no termina allí. Expuesto a una economía que se diluye y padecimientos de todos con excepción de privilegiados, que se revelan a sí mismos; cómo visten, vehículos que poseen, residencias y lujos, bodegones a los cuales acuden sin recado para satisfacer necesidades exquisitas del nuevo riquismo grosero e inapropiado producto del asalto a las finanzas públicas y otros malos procederes. Panorama de disfrute desmedido frente a la diaria comparación con el sufrimiento y angustia de millones que creyeron en el fracasado comunista y su estulto invento del socialismo bolivariano siglo XXI, y, además, dieron soporte al heredero, hijo perdido de una ensortijada concordancia, porque así lo pidió el moribundo.

@ArmandoMartini