Editorial Analítica: El dinero, la sangre de la economía

Editorial Analítica: El dinero, la sangre de la economía

Imaginemos la economía como un organismo vivo. La sangre es al organismo humano lo que el dinero es al organismo económico.

La sangre es un tejido líquido que recorre el cuerpo transportando todos los elementos necesarios para alimentar las funciones vitales. Es creada en la médula ósea y después es bombeada por el corazón a través del sistema circulatorio.

Cuando la médula ósea deja de producir suficiente sangre -glóbulos rojos , glóbulos blancos, plaquetas, etc- el paciente sufre de anemia y puede llegar a morir. Cuando por el contrario la médula ósea produce un exceso de glóbulos blancos anómalos , el paciente también puede morir de una leucemia.





El dinero es básicamente creado y bombeado por el corazón del organismo económico -el Banco Central- a través del sistema financiero. El Banco Central debe regular la liquidez monetaria, procurando que no sea tan escasa como para producir una deflación o tan abundante como para producir una inflación.

Cuando el Banco Central no produce suficiente dinero, la economía padece una “deflación” equivalente a una anemia. Cuando por el contrario, el Banco Central emite una cantidad excesiva de dinero anómalo, el organismo económico padece de una patología grave conocida como “inflación”, que en sus niveles terminales asume el nombre de “hiperinflación”.

En el organismo económico corresponde al Banco Central cumplir las funciones de la médula ósea y el corazón, regulando el nivel de liquidez de la sangre de una economía: el dinero.

Al establecer sus objetivos y funciones, el Artículo 5 de la Ley Orgánica del Banco Central de Venezuela dice textualmente: “El objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor de la moneda”.

Evidentemente mientras el BCV siga emitiendo cantidades exuberantes de dinero sin respaldo (anómalo) para financiar el déficit fiscal, resulta imposible cumplir con ninguno de sus objetivos. Lo único que ha logrado es sumir al país en la mayor hiperinflación del planeta y destruir el signo monetario venezolano.

A nuestro organismo económico le está ocurriendo lo mismo que al cuerpo humano cuando la médula ósea produce cantidades excesivas de glóbulo blancos anómalos. Venezuela padece un cáncer monetario en un estadio terminal: la hiperinflación.

Ante la destrucción del bolívar, ahora han decidido legalizar la circulación del dólar. Pero no se trata de una dolarización convencional. Si ese fuera el caso, al no poder el BCV emitir dólares para financiar el gasto público, se hubiera podido poner coto a la inflación.

Lo que ocurre es que una parte cada vez mayor del consumo se paga en dólares. El problema es que no se conoce bien el origen de esos dólares y todo da a entender que en buena medida provienen de una “economía subterránea” (por darle un nombre).

Como esos dólares así obtenidos no pueden ser depositados en efectivo en ningún banco del exterior, muchos creen que se ha permitido su circulación en el país para que sus tenedores puedan destinarlos a substituir el circulante en bolívares y, por esa vía, blanquearlos.

En un esquema de esa naturaleza desaparece cualquier posibilidad de aplicar políticas monetarias, cambiarías y fiscales para atender el cáncer monetario que nos consume. El BCV ha perdido su razón de ser.

Se han desatado desequilibrios nunca antes vistos en nuestra sociedad. Quien tiene acceso a dólares puede conseguir de todo, por el contrario, quienes no tienen ese privilegio, se sumen cada vez más en una pobreza que luce insuperable.

De paso, la hiperinflación generada por el BCV termina contagiando de manera perversa los precios, incluso en dólares, lo que ha llevado a muchos a creer que también se ha generado una inflación en dólares. En realidad no es así, pero sus efectos son similares.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica


Este artículo se publicó originalmente en Analítica el 9 de febrero de 2021