El secuestro de una joven en un taxi de Barinas que acabó entre tijeras y sangre

Imagen ilustrativa vía The Epoch Times

 

Salió con afán del hospital Luis Razetti, en Barinas, para buscar una laptop. Eran las 11:00 de la mañana. Pasó el primer taxi y sin pensarlo dos veces lo abordó. Indicó la dirección de su casa al conductor. Después de recorrer varios kilómetros, el sujeto se desvió de la ruta planificada y tomó otro rumbo desolado. La joven indicó que era una ruta contraria, pero él permaneció enmudecido y continuó el camino. La tortura apenas comenzaba. Ya era muy tarde, nadie podía salvarla. ¿Qué harías tú en su lugar?

Por Elizabeth Gutiérrez/ lapatilla.com





La médica cirujana de 26 años, de quien no mencionamos el nombre para preservar su identidad, estaba sentada en la parte trasera del carro. El sujeto conducía sin voltear. “Él siguió avanzando y avanzando. No se paraba en ningún semáforo. Le decía que se parara porque esa no era la dirección y no me prestaba atención”, expresó.

Su ruego permaneció durante varios minutos pero fue inútil. “Al rato, lo toqué por el hombro y le dije: ‘Disculpe, señor, está en otra dirección. ¿Será que se puede regresar o pararse para bajarme e irme en otro taxi?’. En ese momento, él respondió: Usted quédese tranquila”, relató.

El chofer era moreno, de cabello negro y contextura robusta. Según contó la joven, aparentaba unos 40 años. “Le pedí a Dios que me cuidara. El tipo siguió avanzando. Estábamos saliendo de la ciudad de Barinas. Me asusté muchísimo. Empecé a gritar para que se parara, lo sujeté del brazo y nada”, manifestó.

Fue brutalmente violentada por su captor. Mientras conducía, el criminal extendió su brazo hacia atrás y le haló la camisa hasta romper los botones. Seguidamente, intentó abrirle el pantalón y la manoseó. “Le dije: ¿Qué hace, señor? ¡Suélteme!’. Y no dejó de hacerlo. En ese instante, lo apreté por la cabeza y le arranqué bastante cantidad de cabello”, declaró.

Enfurecido por lo que hizo la muchacha, se detuvo, sacó una tijera que tenía oculta en la guantera del vehículo, la insultó y se aproximó a ella. “Comentó que si me la tiraba de muy brava, él era más bravo que yo. Agarró la tijera y me empezó a cortar el cabello por todas partes. Mientras intentaba defenderme, metí mis brazos y los cortó. También, me rajó la cara y parte del cuello”, aseguró.

Sin escrúpulos, el depravado se montó en el carro y continuó el viaje. Los nervios fueron frecuentes y la incertidumbre contundente. La médica estalló en llanto, estaba horrorizada y temía por su vida.

“Me di cuenta que el hombre había dejado la tijera encima del asiento delantero. En ese momento pensé: ‘Tengo que hacer algo porque si no, este hombre me matará o abusará de mí. Alcancé la tijera y se la clavé en la cara. Cuando intenté sacarla, quedó estancada en su rostro”, apuntó.

El taxista comenzó a gritar a causa del dolor y no tuvo otra opción que parar. Quiso aferrarse a la chica, forcejearon, pero ella logró abrir la puerta y escapó. La mantuvo secuestrada aproximadamente durante una hora. Desorientada por la situación, la médica no recordaba el modelo del carro, ni el color y mucho menos la placa para ubicar al sujeto. Realizó la denuncia, sin embargo el hecho quedó impune.

Decenas de mujeres resultaron víctimas de situaciones similares en el país. En los últimos días, han tomado fuerza las historias sobre intentos de secuestros en Guarenas, Guatire y Caracas, por mencionar algunos estados. Otras, corrieron con la mala suerte de ser raptadas y aún se desconoce su paradero. Este escenario ha puesto en jaque a la población. No se trata de crear psicosis colectiva, es una realidad alarmante que se debe investigar y combatir cuanto antes. ¿Quién garantiza la seguridad de las venezolanas expuestas al crimen?