Su popularidad ha bajado y su liderazgo es contestado en parte importante de la sociedad democrática, pero Juan Guaidó sigue siendo el locutor privilegiado de la comunidad internacional respecto a la crisis venezolana y el dirigente que expresa la voluntad de los partidos democráticos más importantes. Conserva, por tanto, la franquicia de la disidencia ante la hegemonía chavista, no sólo ante Estados Unidos o la Unión Europea, sino ante las Naciones Unidas.

Enfundado en una discursiva voluntarista ante un entorno particularmente adverso, Guaidó toma nota de algunas cesiones recientes hechas por Nicolás Maduro ante las demandas opositoras -reconocimiento de crímenes, ingreso de la ayuda humanitaria, mecanismo Covax.

Su discursiva luce hoy telegrafiada y predecible, en la misma medida en que no se concreta el cambio político que claramente pide la mayoría del país.

Ahora que gravita de nuevo la posibilidad de la intermediación del gobierno de Noruega, Guaidó afirma estar dispuesto a colocar sobre la mesa una propuesta de acuerdo que incluya elecciones limpias, y ofrece de nuevo garantías políticas a la clase dirigente chavista.

“¿Cómo creerle algo a Jorge Rodríguez? Acaba de hablar de nuevo del camino electoral luego de imponer un CNE”

-A usted se le ha criticado por hacer pronunciamientos que ofrecen una sensación de inminencia inexistente. Advertencias y señalamientos que son inferiores al tamaño de su propia fuerza.

-Yo no veo un Estado poderoso en Venezuela. Este Estado no es garantista, no puede proveer de nada a sus ciudadanos. Si yo quisiera ahora poner diésel en Apure, no podría. Ni siquiera agua. No tenemos ni moneda nacional. ¿De qué sirve el Banco Central de Venezuela? Hay un paraestado que se sirve del financiamiento al terrorismo, al narcotráfico. La lucha en el país sigue siendo la de recuperar nuestros derechos frente a ese Estado. Hemos comprimido este objetivo a la consigna de elecciones libres y justas.

-¿Ha expirado el “fin de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”?

-No hemos suprimido nada en nuestra intención original, pero para facilitar los elementos de la mediación internacional, hemos englobado todo en el objetivo final: Restaurar la soberanía popular, el carácter vinculante del voto a partir del deseo de las mayorías.

-Ese objetivo luce hoy imposible.

-Parece, pero no es así. Hace siete meses Alex Saab se veía todopoderoso.  Petróleos de Venezuela está destruida y es una vergüenza. La carrera de los precios no tiene control. El salario no vale nada. El chavismo no tiene instrumentos.  Y estas no son decisiones conscientes de Maduro, es la propia situación creada por ellos la que les ha pasado por encima. Ni Pablo Escobar habría decidido que quería tener menos barriles de petróleo ni menos dinero. Podemos decir lo mismo de la Cota 905, de la frontera en Apure.

-Argumentando estas cosas podríamos estar 20 años más.

-Sin duda. ¿Cómo rompemos el círculo? Lo que no podemos hacer los venezolanos es rebajar nuestros parámetros, el fundamento de nuestros reclamos, nuestros derechos.

-Hay sectores que reclaman un cambio de estrategia, una revisión de las posibilidades electorales.

-Hay de todo: Desesperación, miedo, y en algunos casos, como hemos visto, intereses distintos, apuestas personales. Ahora el régimen se quiere presentar como dialogante y ha ofrecido concesiones: Accede al Plan de Alimentos de las Naciones Unidas, reconoce algunos de sus crímenes, se transa con el mecanismo Covax para traer vacunas. Se habla de Noruega otra vez. Pero evade lo fundamental, la consulta presidencial y la legitimidad popular del mandato. Nadie está viviendo con comodidad la situación actual, ni siquiera los integrantes de la dictadura. Dudo que un capitán del Ejército sin HCM que gane 8 dólares al mes quiera salir a enfrentar grupos guerrilleros colombianos que el propio Maduro ha tolerado. Esta situación es insostenible para todo el mundo. Hoy Maduro no gana en ningún escenario, incluso si se quedara ahí. No recibirá financiamiento, a su entorno no le van a quitar las sanciones, será cada vez más perseguido, el curso de la Corte Penal Internacional va a avanzar por lo sucedido en el Arco Minero y en las fronteras con Colombia. Nuestra propuesta es sencilla: Mantener nuestros parámetros y proponer un acuerdo para salvar a Venezuela a través del levantamiento de sanciones. Ya tuvimos una primera aproximación a este tema con lo del Plan para la Transición. Si Maduro quiere el levantamiento de sanciones hay que volver al concierto democrático. El cronograma de elecciones regionales, municipales, parlamentarias y presidenciales que le regresen la soberanía a la población puede ser incluido en ese acuerdo.

¿Y si ganamos unas elecciones y el TSJ le nombra un “protector” al Presidente de la República? El chavismo es capaz de cualquier barbaridad”

-Una crítica recurrente: que usted está preso por el G4, que no hay mecanismos de participación en la Oposición gracias a los cogollos.

-Toda crítica hay que escucharla. Hay que analizar eso, hay una necesidad de apertura en todos los espacios. Ese es el objetivo que perseguimos con esta nueva plataforma unitaria que presentamos.

-Pedro Benítez declaraba hace poco “Guaidó ha entrado en una calle ciega cerrando las puertas electorales. Es momento de retroceder y rectificar”.

-Creo que hay desesperación en esa apreciación. Cuando tú estás sediento en un naufragio, en medio del mar, puedes creer que tomar agua salada te puede salvar. Pero no, no te salva. Y si no llueve, te puedes morir también. Maduro ha flexibilizado el ingreso de la ayuda humanitaria porque no tiene opción. Dentro del chavismo hay presiones, gente que reclama el hambre que se vive.

Para leer la entrevista completa pulse Aquí