ABC: Disidencias de las FARC pidieron armas a Maduro y libertad de movimiento en estados venezolanos

ABC: Disidencias de las FARC pidieron armas a Maduro y libertad de movimiento en estados venezolanos

Nicolás Maduro. | Foto: Cortesía

 

Los ordenadores se han vuelto armas contundentes contra muchos de los cabecillas de grupos armados y de la delincuencia colombiana. Acosados por el ejército en remotos lugares del país, en la huída dejan atrás el ordenador y, con él, datos invaluables.

Por Poly Martínez / abc.es





El más reciente caso es el de Gentil Duarte, el nombre de guerra de Miguel Botache Santilla, líder máximo del principal grupo de disidencias de la extinta guerrilla de las FARC, el mismo que en 2016 se apartó del proceso de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos y desde entonces, como dueño y señor de las rutas del narcotráfico en la zona oriental de Colombia, vecina a Venezuela, ha procurado armar un nuevo ejército y así mantener el control de este negocio y otros ilícitos que fluyen por la región que comparten los dos países.

De acuerdo con revelaciones de la revista ‘Semana’, el ordenador tenía entre sus archivos referencias a su relación con el gobierno de Nicolás Maduro, con el cual, según la revista, este grupo ya tiene planteada una relación diplomática y trabaja en desarrollar unos canales de comunicación directa con la dirigencia bolivariana, como parte de su estrategia de fortalecimiento y crecimiento en la región, en procura de recuperar los principios del desaparecido grupo guerrillero.

Y, como agrega el semanario, inclusive en documentos solicitan al gobierno de Maduro que «se nos permita la permanencia y tránsito por el territorio de frontera de los distintos estados Zulia, Táchira, Páez, Apure, Bolívar, Amazonas, cumpliendo con los protocolos, rutas y mecanismos que se acuerden entre las partes preservando los principios de clandestinidad y de seguridad nacional para el desarrollo conjunto de operaciones». Y como si fuera poco, le piden «5.000 fusiles, 500 ametralladoras punto 30 o punto 50, morteros de 60 milímetros, sistemas antitanques, sistemas nocturnos, armas cortas, municiones para estas armas, granadas de manos, sistemas antiaéreos tierra-aire portátiles o de infantería, y lo relacionado con dotaciones de combustible (intendencia)».

Lo realmente sorprendente, sin embargo, no es que pidan este tránsito dado que el gobierno de Maduro ha impedido el paso a aliados de Gentil Duarte por la frontera nororiental. Tampoco sorprende la lista de mercado de armamento, cuando es bien sabido que Venezuela es hoy, como lo ha sido por años, uno de los países por donde campea el tráfico de armas, las cuales llegan por igual y sin miramientos ideológicos tanto a manos de guerrilleros de extrema izquierda como a las de grupos de autodefensas de extrema derecha.

Lo que realmente sorprende de esos documentos es que el gobierno de Nicolás Maduro esté dispuesto a desarrollar estas relaciones y otorgar salvoconductos a Duarte y sus ejércitos, que conforman la disidencia más poderosa, cuando precisamente en su territorio mantiene a sus principales enemigos, los que conforman la mediática Nueva Marquetalia y quienes fueran antiguos pares de Duarte en la desmantelada guerrilla de las Farc-EP: Iván Márquez y El Paisa (Hernán Darío Velásquez), este último una ficha clave y muy violenta en la guerra actual contra los ejércitos de Gentil Duarte. Esto confirmaría que Maduro sabe jugar a varias bandas y puede facilitar refugio y provisiones inclusive a los enemigos de sus amigos, en un delicado juego que, además de recursos por la venta de pasta de coca, puede causarle enfrentamientos y divisiones al interior de su país.

Fuego cruzado

En el bajo mundo del tráfico de armas siempre hay altos intereses. Ese, sin duda, es uno de los negocios más lucrativos del planeta, donde se venden por igual armas de procedencia israelí, de Estados Unidos o Rusia, las de fogueo provenientes de Turquía y hasta las propias hechas con todas las de la ley en países como Colombia. Por el camino de este tráfico de muerte se cambian piezas, se adaptan las de fogueo para ser letales, otras se desguazan y sus componentes quedan repartidos en diferentes lugares.

Las fotos son el perfecto ejemplo de cómo armamento de origen israelí llega a manos de un grupo criminal. En la foto de finales de septiembre del año pasado aparece Iván Márquez, cabeza de la Nueva Marquetalia, junto a El paisa, a Jesús Santrich y a Romaña (Henry Castellanos Garzón), todos con camuflados como los que usa el ejército venezolano y en sus manos un armamento que basta verlo para espantarse. A simple vista, fusiles de asalto Tavor de última generación, y Steyr AUG, utilizados por ejércitos centroamericanos. En otra imagen, de marzo pasado, la puesta en escena incluye, entre otras, AK-103 (fabricada por Venezuela bajo licencia rusa), Tavor SAR (de venta civil en EEUU.), Favor X95 y P90, esta última utilizada por las fuerzas venezolanas.

Por eso no es de extrañar que también Gentil Duarte quiera tener acceso a ese universo, para reforzar su aparato de guerra, como lo anunció en marzo de este año. Sin embargo, un reciente estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) señala que «en Colombia hay más probabilidad que las armas lleguen y provengan de un mercado legal que de supuestas travesías por ríos y selvas, como hace parte del imaginario popular. Llegan, por el contrario, en un itinerario que transita entre lo legal y lo ilegal, de piezas y partes importadas y reexportadas, en especial armas de fogueo y traumáticas que luego se adaptan para ser letales y envían a países como Perú, Ecuador y la propia Venezuela, todo esto posible por vacíos regulatorios y corrupción», como asevera la analista de la FIP, Manuela Suárez.

Esto lo confirman informes de Naciones Unidas, según los cuales el tráfico de armas sucede por todas las fronteras de Colombia. Dispuestas a aumentar la violencia en el país, las armas no distinguen entre amigos o enemigos, aliados o afines ideológicos. El paso se los facilita la corrupción y el suficiente dinero para pagarlas. Y allí Gentil Duarte tiene con qué dar en el blanco.