El “botón rojo” que más teme Vladimir Putin si ordena invadir Ucrania

El “botón rojo” que más teme Vladimir Putin si ordena invadir Ucrania

El presidente de Rusia Vladimir Putin (Sputnik/Mikhail Metzel/Pool via REUTERS)

 

Entre las posibles sanciones evaluadas por los países occidentales, una ha sido bautizada como “opción nuclear” debido a las duras consecuencias que podría tener para la economía de Rusia. El antecedente de Irán y las posibles contramedidas de Moscú

Por Infobae





Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han estado negociando en secreto durante las últimas semanas una batería de sanciones con las que golpear a Rusia si decide invadir Ucrania. El castigo no tendría precedentes, según han asegurado los líderes de las naciones de Occidente, y superaría las sanciones que se adoptaron tras la anexión rusa de Crimea en 2014.

Algunas de las posibles represalias podría tener como objetivo a las grandes instituciones financieras rusas. La Casa Blanca se ha planteado actuar contra los grandes bancos rusos e incluso contra el Fondo de Inversión Directa de Rusia (FIDR), que cataliza la inversión en los sectores más importantes para la economía rusa. Estados Unidos también podría prohibir las transacciones en dólares, la principal moneda del mundo.

Entre las entidades financieras que están en el punto de mira de Washington figuran Sberbank, VTB Bank, Gazprombank, Vnesheconombank y Rosseljozbank, cinco de las más importantes de Rusia que tras la anexión de Crimea ya vieron cómo la UE limitaba su acceso a los mercados primario y secundario de capitales.

Ahora, esas y otras entidades aparecen en un proyecto de ley que ha elaborado el influyente senador estadounidense Bob Menéndez, presidente del comité de Exteriores del Senado, con el apoyo de la Casa Blanca y en el que se delinean algunas de las acciones que Washington podría tomar contra Moscú si invade Ucrania.

– La “opción nuclear” –

Otra de las posibles represalias que delinea ese proyecto de ley consiste en excluir a Rusia del consorcio de transacciones SWIFT (acrónimo de Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), que desde 1973 es la base del sistema financiero global porque lo usan 11.000 bancos en 200 países o territorios para poder hacer transferencias.

SWIFT tiene su sede en Bélgica y está gobernada por una junta compuesta por 25 personas, incluido Eddie Astanin, presidente de la junta directiva del Centro de Compensación de Contraparte Central de Rusia. SWIFT, que se describe a sí misma como una “utilidad neutral”, está incorporada bajo la ley belga y debe cumplir con las regulaciones de la UE.

Excluir a Rusia de este sistema ha sido bautizado como “opción nuclear” debido a las terribles consecuencias que podría tener para la economía rusa y para el valor de su moneda, el rublo.

Imagen de archivo de una vista de la sede principal del Banco Central de Rusia en Moscú, Rusia. 22 de febrero, 2018. REUTERS/Sergei Karpukhin/Archivo

 

Sacar a Rusia de SWIFT haría casi imposible que las instituciones financieras envíen dinero dentro o fuera del país, lo que supondría un repentino impacto para las empresas rusas y sus clientes extranjeros, especialmente los compradores de exportaciones de petróleo y gas denominadas en dólares estadounidenses.

La medida haría que la economía rusa se contrajera en un 5%, según cálculos del ex ministro de finanzas ruso Alexei Kudrin en 2014.

Ante la amenaza, legisladores rusos respondieron diciendo que los envíos de petróleo, gas y metales a Europa se detendrían si eso sucediera.

“Si Rusia se desconecta de SWIFT, entonces no recibiremos moneda [extranjera], pero los compradores, los países europeos en primer lugar, no recibirán nuestros productos: petróleo, gas, metales y otros componentes importantes”, dijo el martes Nikolai Zhuravlev, vicepresidente de la cámara alta del parlamento de Rusia, según la agencia estatal TASS.

“SWIFT es una empresa europea, una asociación de muchos países participantes. Para tomar una decisión sobre la desconexión, se necesita una decisión unida de todos los países participantes. Las decisiones de Estados Unidos y Gran Bretaña definitivamente no son suficientes”, agregó Zhuravlev. “No estoy seguro de que otros países, especialmente aquellos cuya participación en el comercio con Rusia es grande en equilibrio, apoyen el cierre”.

– Los riesgos –

En efecto, algunos analistas advierten que las empresas que hacen negocios con Rusia se verían muy afectadas, en especial en Europa.

A pesar de la imposición de sanciones europeas tras la anexión de Crimea en 2014, Rusia sigue siendo el quinto mercado de exportación para la Unión Europea, con 81.500 millones de euros (92.000 millones de dólares) de enero a noviembre de 2021. Además, es el tercer proveedor del continente, por detrás de China y Estados Unidos, según Eurostat, con 142.000 millones de euros (160.300 millones de dólares) de mercancías en los 11 primeros meses del año pasado.

Por esta razón Alemania, con fuertes vínculos económicos con Rusia, ha mostrado su hostilidad a la exclusión del sistema SWIFT, según una fuente diplomática de la UE.

Foto de archivo del logo del gasoducto Nord Stream 2, el principal proyecto conjunto de Rusia y Alemania (REUTERS/Maxim Shemetov)

 

Aún así, según Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics, las sanciones no serían suficientes para desestabilizar la economía europea.

Su efecto en la eurozona sería “relativamente pequeño y corto” en comparación con los riesgos asociados a la pandemia.

– Precedente y posibles medidas rusas –

Por otro lado, hay un precedente en el que un país fue removido de SWIFT que debería preocupar a Rusia.

Ocurrió en 2012, cuando SWIFT cortó lazos con una treintena de bancos iraníes después de que la UE impusiera sanciones y debido a la presión de EEUU, lo que contribuyó al declive de la economía persa: Irán perdió casi la mitad de sus ingresos por exportaciones de petróleo y el 30% del comercio exterior tras la desconexión, según un análisis de Maria Shagina, una experta del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, citado por CNN.

Una casa de cambio en Tehran. La exlusión del sistema SWIFT golpeó duramente a la economía persa (Majid Asgaripour/WANA)

 

Por eso, Rusia ha tomado medidas en los últimos años para contener los daños en caso de que se elimine de SWIFT.

Por un lado, tras las sanciones posteriores a la anexión de Crimea, Moscú estableció su propio sistema de pago, el SPFS. SPFS ahora tiene alrededor de 400 usuarios, según el banco central de Rusia. El veinte por ciento de las transferencias nacionales se realizan actualmente a través de SPFS, aunque el tamaño de los mensajes es limitado y las operaciones se limitan a las horas entre semana.

China también podría socorrer a Rusia con su incipiente Sistema de Pago Interbancario Transfronterizo de China, o CIPS.

Moscú también podría recurrir al uso de criptomonedas.

Sin embargo, según los especialistas, ninguna de estas medias sería suficiente para contrarrestar el daño causado por una salida de SWIFT.

– Límites a la compra de bonos –

Además de la “opción nuclear”, Washington se ha mostrado dispuesta a restringir aún más el acceso de instituciones estadounidenses al mercado de la deuda soberana rusa.

Los bancos de EEUU ya tienen prohibido participar en el mercado primario de bonos soberanos rusos no denominados en rublos desde 2019 y, en abril de 2021, el Gobierno de Joe Biden extendió esa prohibición a los bonos del mercado primario que se emiten en rublos.

El siguiente paso sería prohibir la compra de deuda en el mercado secundario, lo que impactaría negativamente en los mercados de bonos y divisas rusos.

– Represalias contra oligarcas –

Una de las últimas opciones que EEUU y sus aliados han puesto sobre la mesa es la de sancionar a miembros del Gobierno ruso y de las Fuerzas Armadas, así como prominentes oligarcas y sus familias.

Hasta el momento, Biden se ha mostrado cauteloso a la hora de sancionar a oligarcas rusos debido a que hace dos años el Gobierno del entonces presidente, Donald Trump, (2017-2021) tuvo que levantar las restricciones que había impuesto sobre el gigante ruso del aluminio Rusal, fundado por el oligarca Oleg Deripaska.

Las sanciones provocaron tensiones con Irlanda, Francia y Alemania, donde Rusal tenía negocios, por lo que Washingon tuvo que recular.