El festival 420 impregnó a Denver de olor a cannabis (Fotos)

El festival 420 impregnó a Denver de olor a cannabis (Fotos)

 

Del centro de Denver, la capital de Colorado, emanaba este miércoles un olor a cannabis con miles de entusiastas celebrando otro aniversario de la legalización de la marihuana recreativa, cuyo resultado divide incluso a sus adeptos.





En Estados Unidos 420 es parte de la jerga para referirse al cannabis, por lo que el 20 de abril (4/20) se volvió el día festivo de la marihuana en el país.

Aunque las celebraciones ocurren en varios lugares, Colorado fue el primer estado del país en votar para legalizar el cannabis recreativo, lo que explica que la fiesta en el centro de Denver sea por todo lo alto, así como las columnas de humo que emanan del Festival 420, donde los organizadores esperan a unas 50.000 personas.

Los adeptos se reúnen en un parque situado en los alrededores del Capitolio, el mismo lugar donde en los años 1990 se iniciaron las protestas por la despenalización.

Michael Farwell, que arrancó miradas al entrar con un porro de unos 40 centímetros, degusta el momento. “¡Puedo soltarme! Es mejor que la Navidad”, sonríe el joven de 25 años que vive en Delaware, en donde el cannabis sólo está permitido para uso medicinal.

El Festival 420, considerado el mayor evento de su tipo, es su día favorito del año. El porro, “grueso como la pata de una silla” contiene entre 170 y 185 gramos de cannabis, dijo un orgulloso Farwell a la AFP.

“¡Este es el porro más grande que he fumado!”, exclamó.

¿Cuánto cuesta este porro gigante que Michael y sus dos amigos tardaron más de una hora en fabricar? “Probablemente 800 dólares”.

– Oro verde –
La ley de Colorado prohíbe el consumo de marihuana en lugares públicos, pero los asistentes del festival no se esconden y disfrutan de su día inhalando y exhalando.

Esto está muy lejos de las reuniones silenciosas y más o menos clandestinas de los primeros días en las cuales participó Miguel López, un activista a favor de la legalización y cofundador del evento.

En 1995, las acciones a favor de la marihuana comenzaron con los llamados “smoke-ins”, que eran pequeños grupos de fumadores instalados cerca del Capitolio con un ojo en el porro y otro a la espera de una irrupción policial.

Las cosas han cambiado desde entonces en Estados Unidos, en donde 18 estados han aprobado el consumo de la marihuana recreacional, y ahora los entusiastas en Denver pueden disfrutar sin temer represalias.

Sin embargo, la apertura trajo consigo consecuencias indeseadas para algunos entusiastas como López.

“En aquella época el mensaje era claramente a favor de la legalización, pero no a la discreción de los legisladores que sólo quieren hacer dinero”, comenta.

De acuerdo con sus números, el año pasado las ventas de cannabis legal en Colorado, con una población de 6 millones de habitantes, generaron 2.200 millones de dólares.

La venta de marihuana en el estado aportó 423 millones de dólares en impuestos también en 2021, sin contar otros ingresos indirectos que genera el sector a través de actividades turísticas.

López organizaba el festival años atrás pero fue destituido. Afirma que “los activistas de base no querían que fuese de esta manera. Lo quiere la industria. Está todo con exceso de regulaciones y de impuestos”.

“[La legalización] no ha liberado realmente a la gente, sólo ha generado otra oportunidad para que algunos se lucren, como (ocurrió) con el petróleo y el gas”.

– “Era un sueño”-
Críticas aparte, otros visitantes aprovechan la oportunidad que consideran única.

Tammy Herndon, una veterana de la Armada, viajó más de 3.000 kms desde el conservador estado de Georgia donde el cannabis, medicinal o recreativo, es ilegal.

Hendon, de 52 años, sufre de neuralgia facial, una enfermedad extremadamente dolorosa para la cual, según algunos estudios, el cannabis puede ser un paliativo.

En el Festival 420 el porro adquiere un sabor a libertad.

“Donde vivimos en Georgia es el dominio de la Biblia, por lo que no hay ninguna posibilidad de tener la libertad de fumar allí”, dice Herndon, quien había colocado el Festival 420 en su lista de cosas para hacer antes de morir.

“Estoy vieja, era un sueño”, comenta la veterana que lamenta las restricciones a las que se ve sometida después de incluso haber servido a su país: “Soy una veterana discapacitada. Si quiero fumar un porro y relajarme, debería poder hacerlo”.

AFP

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