Venezolanas que ejercen el trabajo sexual en Colombia aprendieron a tejer un nuevo futuro

Venezolanas que ejercen el trabajo sexual en Colombia aprendieron a tejer un nuevo futuro

Venezolanas que ejercen el trabajo sexual en Colombia aprendieron a tejer un nuevo futuro.

 

 

Medellín, 10 de la mañana. Se escucha el murmullo incesante de mujeres que celebran que hoy no es un día cualquiera porque asisten a su graduación de heroínas.





Por Mario Villalobos | Proyecto Migración Venezuela | Semana

En medio de la algarabía exponen las piezas de “La comunidad del tejido”, un ejercicio que les permitió redescubrirse, gracias a la ayuda de Putamente Poderosas, una organización que trabaja por los derechos humanos de las trabajadoras sexuales y de sus familias.

Fueron ellas quienes convocaron a un grupo de mujeres migrantes para hacerles entender que valen en oro lo que pesan y que había que derribar las barreras que las alejaban del ejercicio de sus derechos, por cuenta de su forma de ganarse la vida.

“Empezamos a trabajar con cooperación internacional y vimos la importancia de traer estas mujeres a nuestra comunidad, de poderles mostrar sus derechos, pero sobre todo empezar a hacer talleres y actividades que tuvieran ese espacio que hace mucho tiempo no tenían para ellas. Volver a casa un poco, eso es lo que nosotros intentamos con la Comunidad del Tejido”, explica Melissa Toro, directora de la fundación.

En medio de ese ejercicio de recuperar sus vidas, les enseñaron a las mujeres migrantes lo clave que iba a resultar apostar por sí mismas y les abrieron espacio para todo tipo de actividades.

“Venga y le damos herramientas, habilidades para la vida; venga y permítase el tiempo de poder aprender y entender otros oficios porque la vida no le ha dado tiempo para estar; entonces hacemos hojas de vida, hacemos remisiones, las acercamos con proceso productivos que les puedan generar ingresos y las puedan conectar con esos mundos que ellas tienen. Nosotras hacemos algo y es devolverles el derecho a soñar”, sostiene Melissa.

Una de esas actividades fue enfrentar el reto de tomar un trozo de tela y tejer en él todo aquello que podría relatar su pasado, y hacer una catarsis profunda del dolor que enfrentaron cuando tuvieron que salir de su país y llegar a pelear un lugar en tierra lejana como trabajadoras sexuales, en medio de un terreno fértil para la xenofobia.

“Ellas bordaron el recorrido que hicieron desde Venezuela para llegar aquí, y nos contaban un poco si era un lugar de tránsito, si era un lugar al que querían pertenecer, si era un lugar donde querían construir proyecto de vida, y algo muy importante es que logramos sanar esas heridas del duelo migratorio”, explica Mariana Giraldo, coordinadora de proyectos de Putamente Poderosas.

Lea más en Proyecto Migración Venezuela