La monarca del Reino Unido, Isabel II, falleció el pasado jueves a los 96 años después de siete décadas de reinado. A mitad de la tarde, la Casa Real británica anunció la trágica noticia, aunque ya durante el día, a raíz de las informaciones publicadas, se podía presagiar ese triste desenlace.
La última aparición pública de Isabel II fue el pasado martes, cuando recibió en el Palacio de Balmoral (Escocia) al primer ministro saliente, Boris Johnson, y a su sucesora, Liz Truss. Como casi siempre, la reina mostraba un buen aspecto a pesar de su longeva edad gracias, en parte, a la dieta que llevaba.
Dos desayunos, uno con pescado
Desde que se despertaba, la reina desayunaba dos veces. Primero hacía una primera ingesta más liviana antes de afrontar la que para ella era una de las comidas más importante del día. “En el primer desayuno toma una taza de té Earl Grey con unas galletas”, afirmó Darren McGrady, chef personal de la soberana, en la revista Hello!.
El segundo desayuno era mucho más contundente. Alimentos como cereales, yogur y tostadas eran fijos, aunque a veces también incluía alguna ración de pescado. Sus favoritos eran los arenques y los abadejos ahumados, según cuenta el sirviente Charles Oliver en el libro Cena en el Palacio de Buckingham.
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