Por ello a partir de los años setenta se inicio una guerra silenciosa contra los pilares de la cultura occidental. No se trataba indicaron los herederos del marxismo de destruir las democracias sino de perfeccionarlas. Porque en cada democracia había un núcleo de la población excluido del progreso. Había por ende que identificar cada núcleo y promover la emergencia de liderazgos capaces de compartamentalizar las diversas luchas por la igualdad, el respeto a los derechos civiles y el acceso a oportunidades de progreso. Y en ese proceso se perdió la visión de conjunto; las causas se hicieron partisanas y la población se polarizó. Una población polarizada impide el funcionamiento eficiente de cualquier democracia porque es imposible tomar decisiones a tiempo y con tino. Pero además es imposible adelantar un dialogo democrático porque cada facción esta convencida de que estamos en un juego suma cero en el cual cualquier concesión es una derrota.
Y la ausencia de diálogo democrático y de construcción de consensos lleva a la parálisis de ls instituciones y con ella al descreer ciudadano en ellas. Se comienza a dudar del sistema de administración de justicia; del sistema electoral; de las alcaldías; de las bondades del comercio y se exige cada vez mayor intervención estatal. En síntesis de desbarata el ordenamiento jurídico y el entramado institucional que libero al hombre de las tiranías. Comienza a avizorarse la anarquía y con ella la población busca refugio en mayor intervención estatal.
Este ciclo macabro pareciera estar llegando a su fin. Porque el COVID 19 desató una evaluación de la situación de los individuos y de las naciones que ha llevado al convencimiento que los cambios solo se logran cuando toda la sociedad civil los apoya. En Europa comienza a verse con claridad una marcada preferencia de la ciudadanía por el fortalecimiento del estado de derecho. Esto se ve en las movilizaciones contra las tentativas de Victor Órban de avasallar a la sociedad civil húngara. En Francia, España y Portugal las fuerzas de extrema derecha e izquierda están dando paso a movimientos de redención democrática. En Estados Unidos el partido Republicano evalúa opciones de liderazgo distintas a Donald Trump y en América Latina Chile y Brasil han iniciado una suerte de renovación democrática inspirada en Montesquieu. Perú mientras tanto ha impedido que un jefe de estado con tendencias radicales cree anarquía o colapso económico. Y en Bolivia los Santacruceños luchan día a día por el derecho a la libertad. Signos interesantes para analizar el 2023!!