Eso de reintegrar todo el territorio nacional, como finalmente se consiguió cuando todos los caudillos fueron derrotados en Ciudad Bolívar por las fuerzas comendadas por Gómez, está de anteojito. El problema está como pacificarlo en primera instancia al doblegar a los terroristas que se afincan, como garrapatas, sin una ayuda internacional. No será fácil construir una cultura del encuentro confiado y la solidaridad necesaria, porque el rentismo populista y militarista es el principal ingrediente de las bolsas del CLAP que han llegado hasta el más lejano caserío venezolano. Es verdad que no tuvimos por toda la calle del medio un Estado de Derecho en el siglo XX, pero lo que tuvimos fue destruido por el constituyente de 1999 que tanto lo prometió. La descentralización también tuvo sus virreyes que sojuzgaban a los municipios y destruían cualquier expresión regional que les compitiera. Así vemos que no es fácil dejar cada entidad federal en manos del mejor postor. Por cierto, revisemos con calma los gobernadores que tuvimos fruto de la descentralización, y saquemos cuanta de cuántos lucharon y todavía luchan por superar esta pesadilla.
Todo este panorama de lo que hubo y hay es parte de lo que tenemos que tomar en cuenta para la reconstrucción del país. Estoy convencido que este nuevo comienzo solo puede ocurrir con un verdadero cambio en todo el estamento Gubernamental Tratar de cambiar a retazos está demostrado, en todos estos años, que no ha funcionado. Los ejemplos son los gobernadores o alcaldes que dicen ser de oposición, pero quedan maniatados a expensas del gobierno central que es el que maneja los recursos para medio hacer una gestión. No podemos olvidar el papel de la Asamblea nacional que tuvo todas las prerrogativas para generar dicho cambio, y por más que se intentó, no funcionó: las malas decisiones o las decisiones aisladas, no funcionaran jamás, y por eso seguimos en la lucha.
La experiencia nos ha enseñado que la lucha debe ser en todos los escenarios posibles siempre de manera democrática, respaldada por nuestra constitución, y buscando el beneficio de toda la sociedad. No podemos regresar a la lucha de grupos aislados que buscan el poder para satisfacer sus egos personales al demandar libertades políticas que no permitan un cambio sincero y verdadero. Esto lo deben entender todos los aspirantes a la venidera elección presidencial del 2024. No es solo hablar de los males que padecemos, pues el país no necesita de expertos para entenderlo; tampoco se requieren presentar soluciones utópicas, como si en el país no hubiera vivido 20 años de destrucción. Necesitamos estrategias destinadas a promover verdaderas transformaciones estructurales para la economía, la producción y, así, comenzar a mejorar el bienestar social. ” Reconstruir para Transformar”.
Hemos resistido, insistido y persistido en el cambio verdadero desde el inicio de esta mal llamada revolución del pueblo. Necesitamos abandonar la escalera de la confrontación para subir al espacio del diálogo: un diálogo que nos permita dilucidar los mejores escenarios para lograr lo que toda Venezuela espera. Los venezolanos ya hemos entendido y aprendido que cada uno es el líder de su vida y que en este país transcurre la vida de todos y cada uno de nosotros.
@freddyamarcano