Los venezolanos quieren liberarse de las cadenas del régimen de Maduro, por @MariaCorinaYA

Los venezolanos quieren liberarse de las cadenas del régimen de Maduro, por @MariaCorinaYA

Quedan unos días para el 28 de julio. Ese día se realizarán elecciones presidenciales en Venezuela. Después de 25 años de lucha, los venezolanos enfrentamos la mejor oportunidad que hemos tenido hasta ahora para superar un régimen dictatorial que ha destruido nuestra economía y obligado a emigrar a una cuarta parte de nuestra población.

Convertir las próximas elecciones en una opción real de cambio ha requerido un esfuerzo extraordinario. Hace un par de años, el régimen de Nicolás Maduro se sentía relativamente seguro. La pandemia sirvió como excusa para restringir aún más los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, al tiempo que se invertía mucho en una narrativa -tanto a nivel nacional como internacional- de que “Venezuela ha sido arreglada”.

Nada mas lejos de la verdad. Sólo aquellos que pueden evadir el costo reputacional de hacer negocios con este régimen criminal quieren que la presidencia de Maduro continúe. El futuro de Venezuela es muy sombrío si permanece en el poder. Los venezolanos lo saben bien. El cambio es una necesidad en la que estamos depositando todas nuestras esperanzas e invirtiendo todos nuestros esfuerzos.





La oportunidad de algo nuevo surgió en 2023 con mi elección como candidato de la oposición para enfrentar a Maduro. Para nosotros era vital que estas elecciones primarias se llevaran a cabo sin interferencia del Consejo Nacional Electoral controlado por el régimen, utilizando el voto manual y facilitando la participación de los venezolanos en el exterior.

Después de muchas elecciones falsas, estas primarias reconciliaron a los venezolanos con las buenas prácticas electorales esenciales para una votación efectiva. Más de 2 millones de personas participaron en este proceso, lo que marcó un verdadero punto de inflexión. Las primarias revelaron la realidad que las mentiras del gobierno habían ocultado: los venezolanos no estaban complacientes ni apáticos, sino indignados y dispuestos a abrir un verdadero camino electoral para el cambio.

Desde entonces, Venezuela ha sido testigo de acontecimientos sin precedentes. Un movimiento ciudadano masivo, tan pacífico como poderoso, ha surgido desde los rincones más remotos del país. La gente se ha manifestado para apoyar una campaña que está censurada por la prensa, la radio y la televisión nacionales, limitada financieramente y acosada de múltiples maneras por el régimen.

Maduro violó por completo el acuerdo para organizar elecciones libres y justas alcanzado entre él y la oposición en Barbados el 17 de octubre del año pasado. El primer golpe vino al ignorar los resultados de las primarias, inhabilitándome para competir en la carrera presidencial mediante procedimientos judiciales amañados. Posteriormente, sin dar ningún motivo, también impidieron que mi reemplazante, Corina Yoris, se registrara como candidata.

Al momento de escribir este artículo, 24 miembros de nuestro personal de campaña han sido encarcelados o están buscando asilo en la embajada de Argentina en Caracas. Las fuerzas de seguridad del régimen están cerrando negocios y asaltando hogares de personas que nos apoyan.

A pesar de todo esto, la fuerza ciudadana sigue creciendo, agrupándose ahora en torno a la candidatura de Edmundo González Urrutia. Todas las encuestas razonablemente confiables muestran que el doble de votantes, en el peor de los casos, apoyan a González como presidente. Mientras tanto, Maduro afirma que se quedará “por las buenas o por las malas”.

Para nosotros está claro que “por las malas” significa cometer un fraude masivo y desatar violencia represiva. Significa cerrar la posibilidad de un cambio pacífico y democrático. También significa perpetuar la situación actual de Venezuela como santuario para el crimen organizado y la guerra híbrida promovida por Irán y Rusia. Millones más de migrantes venezolanos inundarán América Latina, América del Norte y Europa, huyendo de un futuro predeciblemente sombrío.

Sólo la esperanza de un cambio electoral pacífico puede contener este nuevo aumento migratorio. Los venezolanos no queremos más odio ni violencia. Estamos unidos en un deseo de un cambio profundo. Sabemos que el régimen hace trampa y por eso hemos creado la mayor organización de seguimiento electoral jamás vista en nuestro país y posiblemente en toda la región.

Estamos haciendo nuestra parte y necesitamos el apoyo decidido de los demócratas de todo el mundo para que el régimen respete el resultado de estas elecciones. Eso alentaría a Maduro a entablar una negociación para una transición pacífica a la democracia.

Pocos países tienen nuestro potencial. Bajo un gobierno democrático, podríamos hacer de nuestra nación el centro energético de las Américas. La deuda acumulada por el chavismo podría reestructurarse y saldarse a medida que restablezcamos el Estado de derecho.

Lo más importante es que nuestro pueblo, ahora separado, podría reunirse y vivir juntos nuevamente en Venezuela. El sueño de tantos niños venezolanos que me piden que les traiga de regreso a sus padres después de años de ganarse la vida en el extranjero, podría hacerse realidad. Debemos prevalecer y hacer que Venezuela vuelva a ser libre.

Este artículo fue publicado originalmente en el Financial Times el 23 de julio de 2024. Traducción libre del inglés por lapatilla.com