NYT: Maracaibo, la ciudad venezolana más afectada por el éxodo masivo

NYT: Maracaibo, la ciudad venezolana más afectada por el éxodo masivo

Un edificio residencial en Maracaibo donde la mayoría de los departamentos están vacíos porque la mayoría de los inquilinos se han ido de Venezuela.
Foto: Marian Carrasquero

 

Antaño fue una próspera metrópolis ubicada en una crucial zona petrolera de Venezuela.

Por: Frances Robles | NY Times





Esa ciudad llamada Maracaibo, ya no existe.

En la actualidad está llena de casas abandonadas, algunas con aspecto de haber sido bombardeadas, porque los propietarios arrancaron ventanas y tejados para venderlos como chatarra antes de emprender viaje a Colombia, Chile y Estados Unidos. Los barrios de clase media están llenos de carteles de “se vende” y patios cubiertos de maleza.

Por las calles circulan pocos autos y hay menos delincuentes para robarlos. Las cenas de Navidad, que antes estaban repletas de parientes ruidosos, son eventos solitarios a través de las cámaras web.

Casi ocho millones de personas —más de una cuarta parte de la población— han huido de Venezuela en los últimos años, empujadas por la miseria económica y la represión política.

En ninguna otra región ese éxodo es más grave que en Maracaibo, que se ha visto vaciada por la pérdida de cerca de medio millón de sus 2,2 millones de habitantes, muchos de ellos adultos en edades comprendidas entre la adolescencia tardía y la mediana edad (la cifra poblacional se basa en encuestas porque el gobierno no ha realizado un censo oficial en más de una década).

“El primer golpe es la sensación de soledad que genera la ciudad”, dijo el alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez. “Esa sensación es demoledora. Te va afectando en lo emocional”.

Maracaibo, situada al occidente de Venezuela y todavía la segunda ciudad más poblada del país, se ha visto afectada por una economía colapsada, apagones rutinarios y una persistente escasez de gasolina y agua.

Muchos adultos que trabajan y buscan empleo en otros lugares han dejado a sus hijos en casa hasta que pueden establecer una base más firme, mientras los abuelos mayores llenan el vacío.

“Ahora mismo, éste es un país de viejos”, dijo Antonio Sierra, de 72 años, sentado en una silla del salón de su casa mientras miraba por la ventana las múltiples viviendas de su cuadra que están vacías.

Los tres hijos adultos de Sierra ya no están. Uno dejó un bebé, Rafael, que ahora tiene 7 años. El año pasado, incluso los profesores del niño se fueron. Sierra y otros abuelos hicieron una colecta para pagarle 2 dólares semanales a un sustituto para que diera las clases de primer grado.

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